Con 8.000 habitantes, es fácil que en Umbrete los vecinos se conozcan en su mayoría unos a otros. Desde Cáritas Parroquial se esfuerzan porque ninguna familia pase apuros haciéndose cargo de facturas de la luz o del agua, o repartiendo ropa entre quienes lo necesitan. Sin embargo, su directora, Felicidad Amores, hace mención a otro tipo de pobreza como la más abundante. La que afecta a aquellas personas mayores que viven solas y que están carentes de compañía.

La tarde de este viernes, el salón parroquial abrió sus puertas para cerca de 60 personas mayores a las que Cáritas ofreció churros con chocolate y dulces caseros típicos de la zona y de la época como bizcochos, rosquillas, pestiños y ojuelas. Una oportunidad para charlar entre ellos, para unas risas y una tarde diferente donde no estar solos. Los mayores no solo se encontraron allí a aquellos voluntarios que acuden a la parroquia para colaborar con Cáritas, sino también otros nueve que participaban por primera vez, varios de ellos conocidos. Eran empleados de Caixabank que viven con entusiasmo su Semana Social.

Roberto, empleado de la oficina de Umbrete, saludó y se paró a conversar con Sebastiana, en silla de ruedas, y a la que hace tiempo que no ve, y con su hija Mariluz. Así como a muchos otros clientes conocidos. «Conocemos bien a los clientes de la oficina, muchas señoras mayores de un día tras otro ya te van contando sus historias y la relación se va estrechando», explicaba a Sevilla Solidaria. «Es un gustazo cambiar la rutina por algo así y también ver cómo repercute en la sociedad tu trabajo con las ayudas que realiza la Caixa», añadía.

Voluntarios de la oficina de Umbrete y de municipios cercanos, estuvieron acompañados por la directora territorial de Andalucía Occidental de Caixabank, María Jesús Catalá, quien repartió cafés y dulces entre las mesas entre conversaciones con los mayores. «Hace 20 años que la Caixa colabora con nosotros», explica agradecida Felicidad Amores.

Cáritas parroquial atiende a 8 o 10 familias todas las semanas en colaboración con Asuntos Sociales, aunque Felicidad recuerda «años malísimos» en los que al menos 100 familias pasaron por la parroquia por ayuda. Aquello quedó atrás pero los mayores necesitan mucha atención. Todas las navidades organizan un almuerzo para ellos con un regalo que ofrecerles. La ilusión se palpaba organizando la actividad. «Algunas de ellas han estado en el colegio conmigo, les gusta que se lo recuerde», indica Felicidad. Una historia de vida tras cada hombre y mujer que disfrutaba de la merienda. Como la de Cristina Amores, de 91 años, que fue presidenta de Cáritas y para la que solo tienen buenas palabras. Es ésta una manera de responder al cariño y la atención, también por parte de los empleados en la Semana Social, saliendo de sus oficinas y dando su tiempo libre a sus mayores de Umbrete.