Operación Saco: Cuando un grupo de amigos sevillanos deciden tomar el sendero de la solidaridad
En muchas ocasiones hay un abismo entre querer hacer algo bueno por los demás y terminar llevándolo a cabo, pero cuando se arranca es difícil echar el freno. Es lo que le pasó a un grupo de amigos sevillanos el pasado invierno, unidos por su pasión por la montaña y el senderismo. Todo comenzó con una donación de sacos de dormir a personas sin hogar y hoy están comenzando a mover papeles con los que constituirse en asociación. Se hacen llamar Operación Saco.
El nombre hace referencia a los sacos de dormir que recibieron del Ejército y que decidieron entregar a aquellas personas que veían pernoctar con el frío en diferentes plazas de la ciudad. Jesús Pérez Garramiola orquestó a este grupo de en torno a quince personas, que una vez conocieron de cerca a quienes necesitaban de ayuda no quisieron que se tratara de una actividad puntual.
Así, la «Operación Saco» se convirtió en una salida cada dos semanas en un recorrido pensado con anterioridad desde el Prado, pasando por El Arenal y llegando a Triana, con un termo de café o alguna donación para personas que pedían enseres en concreto como cepillos de dientes, desodorante o unos zapatos de un número en especial. «Nos dimos cuenta que la imagen del que se quedaba en la calle no era la que tenemos en la cabeza», explica Domingo Pérez, uno de los voluntarios y coordinadores, «empezamos a escuchar duras historias que le podrían pasar a cualquiera».

El tiempo les trajo mayor organización y el convencimiento de que lo que más necesitaban de ellos era compañía y asesoramiento de los recursos que tenían disponibles, ya que asociaciones veteranas podían entregarles comida, ropa y un apoyo para la reinserción. «Éramos personas de Sevilla, Guillena, Palomares... y de todas las edades, incluso una pareja llevó a su hija de unos diez años que estuvo hablando con las personas sin hogar», indica Pérez.
Tras la llegada del Covid-19
Hasta que, de pronto, llegó el Estado de Alarma y la actividad se cortó de raíz. Las personas sin hogar fueron trasladadas a albergues y otras instalaciones habilitadas para la ocasión, y los voluntarios permanecieron encerrados en sus casas. Entonces empezaron a escuchar necesidades concretas de familias, ahogadas por no tener ningún ingreso económico debido al confinamiento. «Hacíamos la compra a una familia y si un voluntario tenía que pasar por allí para ir al trabajo u otro desplazamiento permitido se la dejaba en la puerta», explica Domingo.
Las necesidades no hacían más que aumentar hasta que, al levantarse el confinamiento, escucharon una iniciativa en Málaga que les pareció perfecta para el momento: regalar mascarillas a cambio de un kilo de comida. Nació en mayo «una mascarilla, un kilo», una campaña a la que se unieron más de 80 personas como voluntarias y les llevó a recoger más de 9.500 kilos de comida y productos de primera necesidad gracias a la donación de mascarillas de tela caseras de distintas asociaciones de mujeres de la provincia.

«Nos sorprendió completamente la acogida, porque se hizo en apenas un día y medio», recuerda Domingo, aún sobrecogido. Gracias a la sesión de un local que les cedió el Ayuntamiento de Guillena y, más adelante, un matrimonio de Sevilla, lo siguiente era hacer llegar todo ello a quienes les corría prisa por llenar el frigorífico. Más de 37 familias o unidades de convivencia se han beneficiado de entregas directas de Operación Saco, además de donar también productos a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Guillena, cinco familias en situación de emergencia a través de Fams Cocemfe Sevilla -colaboradores de la iniciativa-. la asociación Plaza del Pumarejo y Mujeres Supervivientes, Asociación de Senegaleses y Asociación Africando Sevilla.

«Tenemos un protocolo a seguir para cada familia que solicita nuestra ayuda con una ficha a rellenar con diferentes datos de su situación», explica Domingo, que ha visto pasar «situaciones de lo más variopintas, desde una mujer que no tiene más que darle a su hijo que el pecho, quien no pueden pagar la hipoteca a quien envía la foto de su frigorífico vacío y nos dice que le da vergüenza ir a un comedor social».
En Operación Saco aún están entregando los últimos lotes pero ya deben seguir recogiendo alimentos en septiembre, ya que el local con el que cuentan no está habilitado para almacenar comida con las calores que trae agosto. Pero en la cabeza de estos voluntarios ronda cómo llevar a cabo una nueva campaña que les permita seguir ayudando. Su intención, eso sí, es no abandonar sus orígenes y mantenerse al lado de aquellas personas que duermen en la calle. Quizás, pronto, presenciemos el nacimiento de una nueva asociación oficial en Sevilla.