Inyección de optimismo en el congreso Lo que de verdad importa
Cerca de tres mil jóvenes abarrotaron el auditorio de Fibes el pasado año por estas fechas en el undécimo congreso Lo que de verdad importa. Sus aplausos, sus caras de entusiasmo, emoción y algunas lágrimas denotaban un cálido público, entregados con cada ponente que les abría el corazón. En esta edición, los protagonistas subidos al escenario no podían ver sus rostros. Con un formato online, cada joven de los más de 6.000 inscritos lo vivieron en pequeños grupos con el resto de compañeros de colegio, instituto o universidad de Sevilla y Málaga a través del directo ofrecido desde la web de la Fundación Lo que de verdad importa, su app o desde abcdesevilla.es. No importaba que su audiencia no estuviera presente, porque la calidez de las palabras de Lola Fernández-Ochoa, Alberto Cabanes y Alejandro González «Tuco» emocionan de igual forma, tengan un teatro lleno delante o no.
En un año donde cunde el desánimo y la incertidumbre se cuela en los huesos, son más importantes que nunca estas charlas motivadoras organizadas por esta fundación desde hace 13 años por toda España. Y son los jóvenes -el público al que van dirigidas- quienes deben asimilar todos los valores que se desprenden de ellas y aplicarlas en el camino que empiezan a transitar.
El presentador Jota Abril condujo el congreso desde los estudios Secuoya de Madrid, con aportaciones en vídeo del presidente de honor de Lo que de verdad importa en Sevilla, el rapero Haze, su homólogo en Málaga, el chef Dani García, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre.
Mochila de experiencias
Lola Fernández-Ochoa subió al escenario con una mochila llena de piedras que fue descubriendo a lo largo de la charla, como ejemplo de las experiencias vividas, y acompañada de la sonrisa que siempre la acompaña. Primero se presentó como aquella niña del Puerto de Navacerreda, donde la nieve era su entorno natural. Una joven promesa del esquí, al igual que lo eran sus hermanos. «Creo que pertenezco a uno de los clanes más bonitos que se pueden tener», aportó. Por ello, a continuación se presentó orgullosa como la mayoría de los españoles la conocen: la hermana de los medallistas olímpicos Paquito Fernández-Ochoa y Blanca Fernández-Ochoa.
«Nunca te acuestes sin pensar qué has hecho divertido o especial ese día», le dijo su hermano Paquito cuando ya estaba enfermo en el hospital. Y ella lo aplica cada día, para irse a la cama siempre con algo bonito que rememorar. Lola fue también olímpica pero no logró los éxitos que sus hermanos, las lesiones la apartaron del esquí antes de lo que quisiera. Pero el deporte de alto nivel le dejó las ganas de levantarse ante las caídas y se forjó el clan que aún hoy sigue tan unido. La caída más estrepitosa llegó cuando nació su hija Carol, a quien duras operaciones le dejaron secuelas neurológicas muy graves. «Fue un drama pero ahora ella me da felicidad, es cariñosa, divertida, fiel.. ». Lola tuvo palabras cariñosas y de admiración para su hija mayor y para su marido. También para sus amigos, sus hermanos y sus padres. El homenaje funeral que prepararon a Blanca demuestra el culto a la vida de esta familia. Y tantas personas que les quieren. «Si estás rodeada de los tuyos las alegrías se multiplican y las penas se dividen».
Perseverancia
El fundador de Adopta un abuelo, Alberto Cabanes, presentó a su vez una radiografía realista de lo que supone ser emprendedor. «Mi pasión es mayor que cualquier no», expresó con contundencia. Porque las negativas del principio no le alejaron de su objetivo: unir a personas mayores y jóvenes para evitar la soledad de los primeros y que los segundos aprendan de esa experiencia. Bernardo, un amigo de su abuelo cuando éste estaba en la residencia, «fue la persona que me hizo el clic con el que encontré mi identidad». Descubrió el valor de las personas mayores y las necesidades que tienen hoy día. Dejó su trabajo, vendió el coche, el Ipad, el televisor, incluso dejó su casa para luchar por lo que quería. Lo consiguió y cuando la pandemia surgió se reinventaron en pocos días con un teléfono en la nube. El impacto de Adopta un Abuelo se multiplicó por cinco e incluso han contratado a tres nuevas personas.
Un torbellino de optimismo
El último turno en el escenario le llegó a Alejandro González «Tuco», un peluquero que es todo un torbellino que viste de optimismo de manera natural. A los 21 años llegó lo que llama con ironía «el gran regalo»: un tumor cerebral. «Es lo que hay», expresa con una sonrisa sobre cada nuevo golpe que recibe y que no puede controlar. En diez años ha vivido dos operaciones y el pasado año tuvo que someterse a quimioterapia y radioterapia. Pero aquello no vino solo, también le detectaron una esclerosis múltiple. «Soy afortunado», confiesa aún así, «podría ser peor, y la vida no es perfecta pero tengo a mi gente». Sus padres, su hermano, su mujer -a la que solo nombrarla le emociona-, y sus dos pequeños hijos. Por ellos, siente que debe estar fuerte. «Decirle "te quiero a mi mujer", mirar a los ojos de mis hijos... me quedo con eso».
El congreso dejó una verdadera lección de optimismo, de cómo relativizar los problemas propios y verlos desde otra perspectiva, de cómo luchar por lo que se cree y valorar a quienes se tiene al lado. Se puede ver de nuevo en lqdvi.tv.