Así es cómo el Convento de Santa Isabel ha mejorado su hogar para mujeres gracias al Santo Entierro Grande
Hace más de un siglo que el Convento de Santa Isabel es hogar de mujeres que están solas y sin ningún apoyo. Las acogidas son madres que han sido abandonadas por sus familias, han sufrido maltrato por sus parejas, o vienen de otro país y no tienen en la ciudad a nadie. Quienes le han tendido finalmente la mano son las religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa. El pasado marzo celebraron en la congregación el nacimiento de dos bebés en su Hogar para Mujeres, que llegaron a una familia formada por las hermanas del convento, seis mujeres en exclusión social y sus siete hijos -que ya son nueve-.
El barrio, conocedor de la importante labor del convento, ayuda en lo que puede a las hermanas. Y, entre ellos por supuesto, las hermandades. «Sin las hermandades no podríamos seguir adelante», cuenta Madre Benilda, superiora del convento, ya que las ayudas públicas no son constantes. La última donación ha supuesto la reforma total de la cocina del hogar para mujeres, gracias a la Acción Social conjunta del Santo Entierro Grande, con la aportación de la Hermandad del Santo Entierro y las quince hermandades que la acompañarán en la procesión general del próximo Sábado Santo.
Acción social del Santo Entierro Grande
«Hemos querido que la celebración del Santo Entierro Grande, para titularlo de verdad con el adjetivo de Grande viniera unido, desde el servicio a los demás, de la mano de un proyecto ambicioso, encontrando en esta labor una necesidad real que cubrir», explicaban desde la Hermandad del Santo Entierro en el anuncio de esta acción social conjunta.
«La cocina era muy antigua y estaba en muy malas condiciones, ahora tenemos hasta el suelo nuevo y nos sirve también para los talleres a las mujeres», cuenta Madre Benilda, agradecida. El hogar acoge a las mujeres durante un año o dos, como mucho, para potenciar la rotación y podar ayudar a más, siempre con el objetivo de que las beneficiarias terminen siendo independientes. «Es muy difícil, porque a la hora de alquilar piso las rechazan por tener niños», se lamenta la hermana superiora.
Una vez que consiguen irse, las monjas continúan ayudándolas en todo lo que pueden, incluso quedándose con los niños cuando trabajan por la tarde para ayudarles en la conciliación. Una joven les ayuda como voluntaria en esta tarea, y otra comenzará también en breve para suplir a a las hermanas cuando asisten a la eucaristía o sus rezos. Se convirtieron en una familia y lo son eternamente. «Es un estímulo verlas fuera, con su piso y su trabajo, aunque da pena despedir a los niños porque nos encariñamos mucho con ellos, son todos preciosos», cuenta con una sonrisa.
Una extensa ayuda a los demás
El hogar de mujeres no es la única actividad social de la congregación. Además del colegio concertado con el que cuenta, gestiona un centro para menores en situación de exclusión concertado con la Junta de Andalucía que tiene en la actualidad 16 chicos atenidos. Muy conocido es también el reparto de bocadillos en la puerta para personas sin recursos, en el que colaboran además del Banco de Alimentos de Sevilla, muchas hermandades del barrio como la Hiniesta, el Gran Poder, Montesión, los Servitas o la Macarena. La madre superiora agradece también cada vez que llega ropa al convento, especialmente para los más pequeños.
En la medianoche del pasado Domingo de Ramos, las seis mujeres del hogar salieron con sus hijos pequeños y las monjas a las que tanto cariño han cogido a la puerta del Convento de Santa Isabel. Juntos vieron pasar a la Hermandad de la Hiniesta, al igual que harán a la salida de Los Servitas el Sábado Santo. «Ellas se llevan bocadillos y se pasan el día fuera viendo procesiones, nosotras estamos mayores ya para eso», bromea Madre Benilda. Una familia y un apoyo imprescindible que rondará en las mentes de quienes presencien la procesión extraordinaria del Sábado Santo por las calles de la ciudad.