Jóvenes Solidarios

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«Me gusta venir los días de Nochebuena y Nochevieja al comedor social a ayudar»

Paula González, de 21 años, es arpista y voluntaria durante todo el año en los Servicios Sociales San Juan de Dios de Sevilla

La dura situación de las personas que se ven obligadas a vivir en la calle no es algo nuevo para Paula González, de 21 años. Les ayuda desde los 14 años dándoles conversación y un café caliente con las monjas del convento de Santa Isabel. Pero cuando, poco después del confinamiento de 2020, empezó a colaborar como voluntaria en el comedor social de la calle Misericordia le impactó la cantidad de personas que necesitaban ayuda para comer. «No podía imaginar que la situación fuera tan grave, venía gente de todo tipo, familias con niños pequeños y muchas personas mayores a las que la pensión no les alcanza», explica.

De las 160 personas que acuden diariamente al comedor social de la Orden de San Juan de Dios, un 20% está en situación de calle. El resto sí duerme en una vivienda pero en una situación precaria, no tienen trabajo o, si tienen, sus sueldos no son suficientes para cubrir todas las necesidades del día a día.

El sosiego y la elegancia hacen gala de Paula atendiendo a los usuarios, con su bata de la Orden de San Juan Dios; la misma que muestra con su arpa en cada concierto que ofrece con la Banda Sinfónica de Sevilla. Es una de los 80 voluntarios fijos que cada semana prestan su tiempo a los Servicios Sociales de esta entidad, donde no solo cuentan con un comedor social. En su programa de Garantía Alimentaria reparten una vez al mes alimentos no perecederos y también frescos a familias con menores a su cargo -más de 200 familias son beneficiarias de este recurso-, así como cuentan también con un programa de Higiene y Ropería donde las personas en la calle pueden acudir a ducharse, reciben un kit de higiene e incluso pueden utilizar una lavandería de manera normalizada.

«Siempre hemos contado con un voluntariado fundamentalmente mayores», cuenta Pino Díaz, responsable del Área de Solidaridad de los Servicios Sociales de SJD en Sevilla, «señoras de más de 65 años que siempre se han ocupado de su casa o que están jubiladas, pero desde la pandemia hemos notado un rejuvenecimiento». Los más jóvenes aportan nuevas visiones al trabajo y proponen mejoras cada vez que pueden.

Tras el saludo de Ángel, que se encarga de la recepción y lleva más de ocho años de voluntario aquí, un pequeño nacimiento acoge al visitante. La Navidad está muy presente en este pequeño oasis en la ciudad. Como lo estuvo el pasado fin de semana. El viernes, con un almuerzo un poco más especial repartieron también mantecados y turrón. «Me gusta venir siempre el 24 y el 31 de diciembre con mi hermano y con mi madre», explica Paula, «para muchos de ellos son fechas muy difíciles». Por eso mismo, los voluntarios se afanan en repartir sonrisas y más de uno se arranca a cantar villancicos.

Ángel, Reme y Juan Carlos, voluntarios de San Juan de Dios en la recepción y el reparto de alimentos

El vínculo entre todos es inevitable. «Paso con la bici por la calle y los voy saludando a todos, es que muchos me conocen desde niña», cuenta Paula. Entre plato y plato, le cuentan cómo les va, si consiguen un trabajo o dan un paso importante. «Cuando dejan de venir es una alegría, una pena porque los dejamos de ver, pero una alegría por lo que significa», confiesa Paula.

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