Un verano solidario ayudando a los escolares que más lo necesitan
Desde principios de julio, la sala de usos múltiples de la biblioteca municipal Pedro Laín Entralgo de Dos Hermanas se convierte cada día en una improvisada aula escolar. En su interior, casi sesenta niños de todas las edades, entre 6 y 16 años, acuden al llamado «Taller de Intercambio de Conocimientos», que han puesto en marcha, por tercer año consecutivo, una serie de voluntarios de la ciudad nazarena para ofrecer clases de apoyo a escolares de familias con escasos recursos económicos.
Para ello, cuentan con un total de 16 voluntarios que prestan sus servicios de forma totalmente altruista. Entre ellos, hay maestros, profesores en paro, egresados, jubilados e incluso una joven y brillante estudiante de 14 años, que va a pasar este verano de una forma diferente.
La gran mayoría de estos voluntarios son de Dos Hermanas, aunque también hay colaboradores que llegan desde la capital hispalense. Es el caso de Aurora, de 28 años y residente en Sevilla capital, que trabaja en el sector de los recursos humanos, aunque en la actualidad se encuentra desempleada. «Es lo mejor que he podido hacer, ayudar a los demás es muy gratificante», reconoce la joven que supo precisamente de la puesta en marcha de estos talleres a través de la información que publicó este periódico.
Los alumnos acuden de lunes a jueves, en horario de 10.00 a 13.00 horas, a estas clases de apoyo que se desarrollarán hasta el 30 de julio. «Les pedimos las notas para saber en qué han fallado, aunque la mayoría de ellos, sobre todo los mayores, flaquean en sociales, matemáticas e inglés», cuenta Loli López Guerrero, la coordinadora y promotora de este Taller de Intercambio de Conocimientos.
Las clases de apoyo que ofrecen estos voluntarios están dirigidas a menores de familias con escasos recursos económicos, por lo que es requisito indispensable para poder asistir a ellas presentar la demanda de empleo que justifique que, al menos, uno de los progenitores se encuentra en paro. «Merece la pena por los niños, porque ves que avanzan», reconoce Loli. Eso sí, ni son ni pretenden ser ninguna academia. Ofrecen, simplemente, sus conocimientos a aquellos menores que más lo necesitan, según apostillan.
En grupos de edad
Los alumnos están distribuidos en mesas según la edad y los voluntarios van impartiendo sus clases en base a su especialidad. Los hay que por su titulación dan las materias de ciencias, otros se dedican a los más pequeños o imparten las clases de inglés, como Clara, una escocesa residente en Dos Hermanas. «Ayudas a los niños, aunque a veces ellos te enseñan mucho también», explica Penélope, otra voluntaria de estos talleres, mientras enseñar a los mellizos, José Manuel y Natalia, a buscar sinónimos de las palabras.
A menudo, el recreo se convierte en una partida de parchís, sobre un tablero algo especial, en el que para ir avanzando fichas es necesario primero superar una serie de pruebas ortográficas. Luego, la propia implicación de los voluntarios hace que estos talleres sobrepasen las fronteras de la propia aula. Hay libros de lectura a disposición de los alumnos que quieran leerlos y se han donado estuches y lápices de promoción, entre otras cosas.
El resultado de todo este trabajo se verá, de cualquier forma, a partir de septiembre cuando arranque de nuevo el curso escolar, aunque estos menores, al menos, llevarán ya la primera lección aprendida, la de la solidaridad.