Un verano lleno de buenos valores en las calles del Polígono Sur
Las noches de este julio en torno a 60 chavales del Polígono Sur se han echado a la calle junto a la parroquia Jesús Obrero para disfrutar de la tregua del calor con juegos, actividades y deporte. A partir de las 21.00 horas de lunes a jueves, voluntarios del Asociación Juvenil El Cotarro los esperaban en la plaza para darles un ocio saludable. «Desde que surgió hace 30 años, hemos visto la necesidad de educar en su tiempo libre», explica Juan Francisco Rubio, coordinador de Pastoral y director de la Casa salesiana Jesús Obrero.
Entre voleibol, yincanas o juegos de agua, los monitores tienen la oportunidad de educar en valores. «Ellos vienen a jugar pero estamos presentes y surgen conversaciones sobre qué quieren ser de mayores, cuáles son actitudes adecuadas o cuáles no...», cuenta Manuel Carrasco, seminarista y voluntario en El Cotarro. De hecho, a poco de llegar los chicos, se inicia la actividad «Las buenas tardes» donde este año las charlas han hecho hincapié en un buen uso de las redes sociales, internet y la mensajería móvil. «El fútbol les encanta a todos, y el deporte en general, por lo que hemos analizamos también los buenos modales como los mostrados, por ejemplo, por Carlos Alcaraz», añade Juan Francisco.
Aún así, el primer objetivo es que tengan un tiempo de diversión y entretenimiento, con salidas a la piscina o una divertida fiesta de clausura el pasado 27 de julio. El resto del año la actividad se mantiene en el Polígono Sur todos los viernes con adolescentes de 12 a 14 años, fundamentalmente. La actividad de la parroquia tiene muy presente a los niños y jóvenes del barrio, y todas las oportunidades que se le presentan en la vida. Son chicos de todas las etnias y procedencias: tanto nacidos aquí como nigerianos, marroquíes o latinoamericanos. Y, de hecho, El Cotarro no es la única iniciativa dirigida a ellos, ya que en Jesús Obrero también inculcan el compromiso y el esfuerzo a los jóvenes por medio de la música a través de la Agrupación Musical Bendición y Esperanza,
Y mientras en julio El Cotarro se ocupaba de las noches, las mañanas eran cosa del proyecto Maparra, gestionada por la Cáritas parroquial de Jesús Obrero, donde los niños, algo más pequeños, tenían apoyo escolar y también actividades lúdicas. Al igual que su entidad vecina, se trata de una acción que se realiza durante todo el año. «Se establece un vínculo con ellos», cuenta Rocío Calderón, Coordinadora de la Escuela de Verano del Proyecto Maparra, «es una relación muy bonita donde insistimos que debe haber compromiso por su parte, y eso es gracias a los voluntarios, que aún así son muy pocos, necesitamos más personas que nos echen una mano».