Un centro de yoga ofrece clases gratuitas a personas con cáncer

Lourdes Vidal, junto con la oncóloga Ana Casas, desarrolla el programa la Hora Blanca en Oyoga como terapia para afrontar la enfermedad tanto física como psicológicamente

Lunes y miércoles un grupo de personas se reúne en el barrio de San Lorenzo para desconectar su mente por un momento y ejercitar su cuerpo. Tienen algo en común: la experiencia del cáncer. Algunas participantes se enfrentan aún a un diagnóstico reciente, otras exprimen todo lo positivo que la lucha les ha dejado desde años atrás, pero todas utilizan el yoga y la meditación como terapia para afrontar la enfermedad.

La Hora Blanca de Oyoga Sevilla es una iniciativa de Loudes Vidal junto a la médico especialista en oncología Ana Casas, desde que abrió el centro en la calle Curtidurías. Las clases son gratuitas y están abiertas a todo aquel que quiera participar, hombres y mujeres. «La idea de los socios de Oyoga cuando creamos la Hora Blanca era poner algo al servicio de la comunidad y ofrecerlo a todos aquellos que pasan por la experiencia del cáncer. Al final nos ha resultado muy satisfactorio porque nos llevamos más que ellos», explica Lourdes Vidal.

«Tener un cáncer es una experiencia única y estremecedora, es el acontecimiento de tu vida», explica Ana Casas, quien ha vivido por sí misma el pasar por el cáncer. La doctora supervisa las clases y las personas que participan en el programa. Su apoyo a los pacientes no es nuevo, y ya lo inició con la asociación Creando Lazos para mujeres con cáncer de mama. «El yoga ayuda de dos formas; por una parte está demostrado que tiene efectos beneficiosos en determinados aspectos de la enfermedad, mejora el estado nutricional, el tono, la vitalidad, la elasticidad... y a paliar muchos problemas de la quimioterapia; y, por otra parte, ayuda a enfrentarte con ese misterio que entraña enfrentarte a una enfermedad de estas características», indica.

«A mi me ha dado mucha calma»

Ese beneficio psicológico, más allá de lo físico, es algo que apuntan sin dudar las alumnas de esta clase. Lita Casillas lleva cerca de dos años asistiendo a la Hora Blanca, recién terminadas sus sesiones de quimioterapia. «A mi me ha dado mucha calma. Cuando te diagnostican la enfermedad y pasas por todo el proceso estás en una vorágine, pero de esta forma te reconcilias contigo misma y aprendes a conocerte interiormente. Todo eso lo pones en práctica en tu vida diaria sin darte cuenta», reconoce.

El programa incluye yoga, meditación, relajación, reiki, yoga, nidra y respiración con las profesoras Lourdes Vidal y María Sánchez. «El yoga sirve para otras enfermedades también, por supuesto, ya que es idóneo para tener conciencia del proceso que está viviendo tu propio cuerpo», apunta Paco Gallardo. Este reputado médico especialista en medicina y traumatología del deporte da clases en Oyoga de anatomía y medicina del yoga, profundizando cada día sobre sus beneficios. «Cuando yo empecé con la medicina del deporte aquello era rarísimo, era el fútbol y poco más. Ahora hay una consciencia en la sociedad sobre el carácter preventivo del deporte y del movimiento como terapia». añade.

En la Hora Blanca los alumnos no son atletas, ni mucho menos, algunos se encuentran bajos de tono e incluso hay quien no ha hecho ejercicio de forma habitual antes. Las sesiones de yoga suave les permiten afrontar los efectos secundarios de la quimioterapia, pero también para reunirse con otras personas que viven la misma situación, y, sobre todo, para estar con uno mismo «observando la vida desde la calma».

Comentarios