Un apoyo imprescindible en el agotador día de un cuidador

Paz y Bien apoya a familias de personas con discapacidad con el programa «Avanzando en conciliación»

Dolores Pineda, con 74 años, cuida sola en Alcalá de Guadaíra de su hijo Fernando, con discapacidad intelectual. Lo acompaña cada día a la parada donde un autobús lo recoge para llevarlo el centro ocupacional de la Asociación Paz y Bien y vuelve a por él sobre las tres de la tarde. Le ayuda a la hora a vestirse, a asearse y en toda tarea diaria. En cada una de ellas, Dolores le transmite su buen humor, que Fernando reparte a su vez a todo aquel que le rodea con sus «buenos días» y una gran sonrisa.

Pero estos cuidados continuos pasan factura. Dolores no puede dejar a su hijo solo ni un momento, no solo por su discapacidad, sino porque necesita vigilancia continua debido a los ataques de epilepsia que sufre con frecuencia. «Alguna vez he tenido que salir a comprar porque no teníamos de nada, él no ha querido acompañarme, y he ido corriendo, llena de angustia», confiesa. Por eso cualquier apoyo se vuelve fundamental, es un brazo en el que apoyarse, un alivio inmediato. «En la farmacia me traen su medicación a casa porque saben que para mí es muy complicado moverme», explica Dolores, «y una vecina me ayudó con los mandados durante el confinamiento por el Covid».

Cuando hace un mes le llamó la directora del centro ocupacional de Paz y Bien para hablarle del programa «Avanzando en conciliación» dijo al momento que sí, que ella se apuntaba. Ahora dos veces por semana, Rocío, la auxiliar cuidadora, va a su casa y se encarga de bañar a Fernando y de ayudarle a afeitarse. Incluso a fomentar hábitos de consumo responsable, como dejar de fumar o tomar menos bebidas azucaradas. «Después de todo el día sin parar, cuando ella viene yo me quedo sentadita en el sofá, agotada, y me relajo un poco», explica.

Paz y Bien lanzó este programa a finales del pasado año con la financiación de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía. «Ha habido una evolución, ahora las políticas públicas se orientan a prestar apoyo en el entorno habitual del beneficiario y que este no se tenga que desplazar», cuenta Israel Montes, coordinador de programas de la asociación.

El programa consiste en prestar apoyos de forma puntual en la atención familiar de adultos en situación de discapacidad. De esta manera el cuidador puede acudir a una cita médica, a una compra, a una rehabilitación... o, si lo necesita, tener un momento de ocio como respiro de su labor.

«Además, se procura que esa hora con la persona con discapacidad sea lo más rica posible, que tenga un carácter educativo», añade Israel, «y lo adaptamos a la situación de cada familia». Es algo que Dolores agradece mucho porque Rocío se adelanta a sus necesidades. «Sabía que uno de los días tenía un TAC con Fernando por la tarde y no podría ir por la mañana al centro, y me planteó venir por la mañana para que pudiera salir a algunas compras», cuenta.

Paz y Bien atiende con este programa actualmente a 80 familias de las provincias de Sevilla, Córdoba y Huelva. La mayoría son beneficiarios de otros programas de la entidad, ya que a través de estos detectan su necesidad, aunque no es un requisito. Cualquier persona en esta situación puede acceder a este servicio de manera gratuita, por lo que tienen interés en que se conozca.

No solo contempla apoyos domiciliarios -de lunes a viernes o durante fines de semana y festivos-, sino que el programa también ofrece acompañamientos en el exterior para la realización de consultar y gestiones, y la atención y orientación en demandas sociales, como la ayuda de la trabajadora social Alicia en el caso de Dolores. . «Es un apoyo relativamente sencillo de poner en marcha pero que tiene un valor incalculable para las familias», indica Israel.

Sencillo pero ejecutado con gran acierto. Lo avala los 40 años de experiencia de Paz y Bien defendiendo los intereses de las personas con discapacidad intelectual. En total, la asociación presta servicio a más de 720 personas, también a menores en situación de desamparo y adolescentes con dificultades de inserción socio-laboral. Desde 2007, además también ejerce como Organización No Gubernamental para el Desarrollo, ya que atienden en Guatemala a menores con discapacidad y desnutrición y a sus familias. Una labor enorme fundamentada en programas efectivos y adaptados a cada situación.

Para Dolores se vuelve imprescindible cualquier apoyo como el del programa «Avanzando en conciliación» así como la atención de Fernando en el centro ocupacional. «Hay días que tienes más ánimo, otros menos, pero siempre hay que echar la tristeza fuera», indica con fortaleza. Lo habla con frecuencia con otra madre de la asociación en su misma situación, con la que coincide en la parada. Porque hablar también ayuda. Por eso, en las visitas de Rocío y Alicia, las trabajadoras también le escuchan. Se sientan en la mesita del salón y ella expresa lo que piensa, lo que siente. Porque una responsabilidad como la suya pesa menos cuando no te sientes tan sola. Y Dolores y Fernando no están solos..

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