«Si no fuese por el comedor social, tendría que robar para comer»

A sus 52 años, Rafael Guerrero es el fiel reflejo de la importante labor que realizan los comedores sociales en Sevilla. La vida de este sevillano no ha sido fácil. Sufre una minusvalía psíquicareconocida por la Administración, lo que le ha impedido desarrollarse con normalidad. Esa deficiencia le excluyó, a los 19 años, de realizar el servicio militar y le llevó a confiar en «malas compañías», que terminaron por hundir a Rafael en una espiral de drogas, alcohol y juego.

Ahora, Rafael es un hombre nuevo y alejado de las adicciones. Acude cada día desde hace 15 años al comedor de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Puedes leer el reportaje completo en ABC de Sevilla.

Comentarios