Padres de un colegio de Sevilla deben hacerse cargo en el aula del apoyo a sus hijos con necesidades especiales

Mientras esperan la incorporación de una profesional PTIS a su plaza, cuatros alumnos del CEIP Ortíz Zúñiga llevan un mes sin asistencia para cubrir atenciones especiales como ir al baño; los padres piden difusión

La hija de María Eugenia, con parálisis cerebral y en silla de ruedas, no puede ir sola al baño. En el CEIP Ortíz de Zúñiga donde cursa segundo de primaria siempre ha tenido una profesional que le ha apoyado tanto en esta cuestión como en sacar sus materiales del la mochila o adaptar el ordenador. Necesita de un Profesional Técnico de Integración Social (PTIS) que dispone la Junta de Andalucía para que los alumnos con necesidades especiales pueden integrarse en el aula, tanto ordinaria como específica. Pero desde el pasado 20 de diciembre, este recurso ha finalizado en este colegio y la plaza de PTIS no se ha cubierto. A tres niños más les ha afectado esta decisión, cuyos padres deben ir cada mañana a ayudarles para que no estén desamparados en sus necesidades básicas.

«Hace dos días me llamaron desde el colegio, mi hija estaba llorando porque quería ir al baño, está estresada y yo también», cuenta a Sevilla Solidaria María Eugenia Pablos. Tanto su marido como ella están trabajando. Aún así ella se ausenta todos los días de su puesto para acudir a las 10.00 al colegio, pero no sabe hasta cuando puede seguir así. «A la persona que me echa una mano en casa le pago una hora más para que vaya también a las 12.00», cuenta.

En el caso de Antonio Bellido, su hija de 4 años tiene aún más necesidades. «Ella tiene dos tipos de disfagia y nos da mucho miedo un atragantamiento», explica Antonio, que cada mañana acude al centro para ponerle la alimentación a su hija debido a su botón gástrico y a cambiarle el pañal. «Además, ella está en silla de ruedas y a causa de una hipertonía se le debe poner a caminar cada dos horas, pero estos días se puede llevar seis horas sin moverse», explica. «Nosotros solicitamos este colegio porque tenía este recurso pero ahora estamos desamparados, dejo a mi hija en el colegio y me vuelvo a casa con inseguridad cuando antes tenía la tranquilidad de que estaba en un sitio seguro», añade.

Tanto Aarón Saúl Castellano como su mujer están pendientes del teléfono toda la mañana porque «en el momento que nos llaman salimos corriendo para allá». Debido a un retraso madurativo, su hijo de 4 años aún cuenta con pañales y, además, no puede articular el brazo izquierdo. El cuarto niño afectado, de 3 años, aunque entiende a los demás no se comunica debido a un trastorno en el desarrollo del lenguaje, y su madre acude cada mañana a las 12.00 para ayudarle en el baño. «Lo noto apagado a la hora de ir a clase», revela su madre, que también fue al Ortíz de Zúñiga de pequeña.

Desde la Delegación de Educación en Sevilla indican a este medio que «la tramitación está en curso», y aunque aún no hay una fecha fijada esperan «que sea pronto». Se trata de una gestión en la que la plaza que existía de educadora debe convertirse en PTIS. Los padres, por otro lado, solicitan «que se mantenga la educadora en su puesto de trabajo hasta que se resuelva la plaza en cuestión, pues su función es fundamental para la inclusión e integración de nuestros hijos», tal como indica Antonio Bellido, y así lo han hecho constar en un escrito a la Delegación, así como se han puesto en contacto con otras instituciones como el Defensor del Menor.

Según informan estos padres, tres profesionales en prácticas han entrado desde entonces pero, aunque sí prestan algunos servicios, no los asistenciales. «Son muy buenas chicas, e incluso se disculpan, pero no están autorizadas a tocar o coger a nuestros hijos por tema de responsabilidad», cuenta Antonio, que siente el apoyo de la directora del centro, siempre en continuo contacto, y valora el buen hacer de la educadora que ha debido de abandonar su puesto y que ya conocía cada particularidad de estos niños. «Nos gustaría que se difundiera lo que estamos pasando», solicita a su vez Aarón, «no es algo menor porque necesitan nuestros cuidados cada día y no podemos esperar».

 

 

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