Otra percepción del mundo
«El síndrome de Asperger no es una enfermedad ni un obstáculo insuperable, sino una forma diferente de percibir y procesar el mundo», asegura Daniel Plaza, psicólogo y director técnico en la Asociación Asperger TEA Sevilla. Cuando se les da el apoyo adecuado, las personas con Asperger pueden aportar grandes talentos y perspectivas innovadoras a la sociedad. El reto está en hacer que el entorno sea más accesible, en fomentar una cultura de empatía y en entender que la diversidad cognitiva no solo enriquece nuestras comunidades, sino que también nos ayuda a crecer como sociedad. Porque, al final, comprender las diferencias es el primer paso para construir un mundo más inclusivo para todos. A pesar de que cada vez se habla más sobre el tema, aún queda camino por recorrer en la concienciación social y en la adaptación de espacios educativos, laborales y asistenciales sobre el Asperger.
«Las personas con síndrome de Asperger tienen una manera particular de procesar la información y de entender el mundo que los rodea. Su inteligencia suele ser completamente funcional, incluso por encima de la media en algunos casos, pero sus habilidades sociales pueden estar afectadas, dificultando su integración en ámbitos como la escuela, el trabajo o las relaciones personales. Una de sus características más destacadas es su tendencia al pensamiento lógico y concreto. Para ellos, el lenguaje es literal, por lo que las metáforas, los dobles sentidos o el sarcasmo pueden resultar confusos. A esto se suma un patrón de comunicación peculiar, que puede incluir un tono de voz monótono o una entonación inusual», relata Plaza.
Entre los principales servicios de la Asociación Asperger TEA Sevilla están la intervención psicológica, neuropsicológica, logopedia o psicopedagógica. Además de distintos talleres y programas sobre autonomía y empleo, ocio y tiempo libre o atención integral a la mujer, entre otros. «Estas iniciativas como son las terapias psicoeducativas y de intervención social pueden marcar la diferencia en la calidad de vida de quienes tienen Asperger, ayudándolos a desarrollar estrategias para manejar la ansiedad social, mejorar sus habilidades comunicativas y aprender a adaptarse a un mundo que, en muchos aspectos, está diseñado para una forma de pensar distinta a la suya», añade Daniel. A través de programas como AcompañaTEA, el Servicio de Atención a los delitos de odio, discriminación y conducta autolítica o el Proyecto de Ocio Terapéutico de la mano de Fundación “La Caixa” la entidad trata de facilitar al máximo recursos y servicios tanto a las personas con Síndrome de Asperger como a sus familias «dando también mucha importancia a los hermanos, que a veces son los grandes olvidados», señala Luna Bautista, directora organizativa en la Asociación Asperger TEA Sevilla.
Más comprensión, menos barreras
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El principal desafío para las personas con síndrome de Asperger no es su forma de ser, sino la falta de comprensión y adaptación del entorno en el que se desenvuelven. A menudo, sus comportamientos son malinterpretados por quienes desconocen las particularidades de esta condición. Su tendencia a la literalidad, su dificultad para interpretar expresiones faciales o lenguaje no verbal, y su posible incomodidad en situaciones sociales pueden llevar a que sean vistos como distantes, poco empáticos o incluso desinteresados en los demás. Sin embargo, estas percepciones erróneas no reflejan la realidad. Las personas con Asperger sienten y se preocupan por los demás, pero expresan sus emociones de manera diferente, lo que puede generar barreras en la comunicación y la integración social.
La falta de sensibilización y conocimiento sobre el síndrome de Asperger contribuye al aislamiento de quienes lo viven. Por ello, es fundamental derribar estos prejuicios y fomentar una sociedad más inclusiva. Es fundamental que desde la infancia se promueva la educación en diversidad y neurodivergencia, enseñando a los niños que no todas las personas piensan, sienten o se comunican de la misma manera, y que esto no es una barrera para la convivencia, sino una oportunidad para aprender de las diferencias. «Que la sociedad conozca mejor el síndrome de Asperger no solo ayuda a reducir el estigma, sino que también permite que se generen oportunidades de inclusión en la educación, el trabajo y la vida diaria», asegura Bautista.
En este sentido, es crucial que existan programas de apoyo específicos que garanticen la igualdad de oportunidades para las personas con Asperger, no solo en el ámbito educativo, sino también en el acceso a empleo y a servicios de salud especializados. La inclusión real no se consigue solo con leyes o normativas, sino con un cambio de mentalidad en la sociedad. «La clave está en dejar de ver el Asperger como una limitación y empezar a reconocerlo como una forma única de percibir el mundo, que puede aportar mucho si se le da el espacio adecuado. Para lograrlo, es imprescindible que cada persona, desde su entorno, contribuya a construir una sociedad más comprensiva y respetuosa con la neurodiversidad. Solo así podremos garantizar que quienes tienen Asperger puedan desarrollar todo su potencial sin sentirse excluidos o señalados por su forma de ser», concluye Plaza.