Navidades en familia, un privilegio que estos padres ofrecen a una niña de un centro de protección
Cuando se habla de Navidad, la familia viene inevitablemente intrínseca en la palabra desde muy niños. Los hermanos, padres, primos, tíos y abuelos que se reúnen para comer, brindar, reír y jugar. Pero hay niños que no conocen esa cara de las fiestas, porque, como el resto del año, la pasan en un centro de protección de menores. A menos que un hogar solidario les abra sus puertas. Ana, ya una adolescente, tiene esa suerte. Ayer fue recogida por la familia de Mariví para pasar con ellos y sus hijos esta Nochevieja y el resto de vacaciones hasta el 8 de enero. Es su familia colaboradora desde hace cinco años, le abren su corazón y tienen una silla para ella en las reuniones familiares no solo en Navidad sino durante también los fines de semana, verano o Semana Santa.
«Este año hemos pensado que en lugar de cenar, podemos almorzar con mis hermanas y mi madre porque mi hermana tiene un patio, y ya tomarnos cada uno las uvas por la noche en su casa», cuenta Mariví pensando en restricciones por la pandemia. «Antes de que todo esto llegase siempre nos juntábamos con mis primos en la cochera de mi cuñado, Ana siempre una más para todos», cuenta.
Cómo llegaron a ser familia colaboradora
Mariví y su marido Alberto siempre han tenido la inquietud de ayudar a un niño sin familia o separado de ella, pero solo conocían para ello la adopción internacional. Cuando ya tenían dos hijos biológicos se toparon con la Asociación Crecer con Futuro, que difunden la figura de la familia colaboradora, con la que se crean vínculos entre personas o familias que quieren compartir su tiempo durante fines de semana y vacaciones con niñas y niños que viven en centros de protección de menores.

«Era lo que más se adaptaba a nuestra vida en ese momento», cuenta Mariví, «y no necesitábamos cubrir ninguna necesidad de maternidad sino simplemente ayudar a un niño». Tras un café informativo, una solicitud y diversas entrevistas llegó el momento que ella nunca olvidará, cuando conoció a Ana. «Mi primer parto fue inducido y tenía sensaciones parecidas el día previo, esa ilusión, esos nervios de saber que te va a cambiar la vida», explica emocionada, «fuimos mi marido y yo, sin los niños, cogidos de la mano y apareció ella con una sonrisa de oreja a oreja, desde muy pequeña tenía la esperanza de poder vivir esto».
Contigo hasta la luna
Ahora aquella niña completamente desconocida es una más en la familia. Cariñosa, amante de la naturaleza, especialmente cuidadosa con los animales y los niños, muy buena con el dibujo, Ana es querida. Todo ese amor se refleja en uno de los carteles de la campaña «Contigo hasta la luna» que ha lanzado la Asociación Crecer con Futuro para fomentar las familias colaboradoras.
El artista cordobés Pablo Little fue uno de los encargados de plasmar todo lo que significa este recurso y para utilizó para ello precisamente las vivencias de esta familia y, en concreto, la oída sobre unas piedras que simbolizan mucho. «En cada excursión que la niña hacía con la familia, Ana recogía piedras en el campo, las pintaba cuidadosamente poniendo todo su corazón en ellas y en el siguiente encuentro se las regalaba a su Familia Colaboradora», cuenta Pablo, «por eso mi ilustración se basa en las manos y en su importancia a la hora de expresar afecto y unión».
Desde ver una película en el salón a subir al Mulhacén, esta familia no para y son experiencias que ha regalado a Ana estos años. Estos días también están llenos de planes. «Iremos a ver las luces de Navidad, iremos a un partido de baloncesto del Betis gracias a Crecer con Futuro, y, por supuesto, viviremos la magia de los Reyes Magos», cuenta Mariví. Los 18 años de Ana están cerca, un momento muy difícil en la vida de un menor tutelado porque es el momento de dejar el centro. «Ella sabe que decida lo que decida, puede venir con nosotros», explica. «Es increíble cómo podemos llegar a querer tanto a alguien que no conocíamos de nada, y aún me cuesta trabajo pensar que si no estuviera con nosotros estos días, lo pasaría en el centro», añade. Pero no lo hará, porque Ana ya sabe que tiene en esta familia un pilar donde apoyarse siempre.