Más cerca de un trabajo gracias a las hermandades y Fundación Cruzcampo
Lo que más le duele a José María Salguedo de no tener trabajo es no poder atender a su hijo de 13 años como le gustaría. «Quisiera poder darle un buen regalo de cumpleaños», revela. Son 6 años los que lleva desempleado, «y la casa se te viene abajo». Más cuando ya ha cumplido 48 años y la edad juega en su contra a la hora de entregar un curriculum. Él, sin embargo, tiene el corazón lleno de agradecimiento. A sus hermanos. A su exmujer. Sin su solidaridad todo sería más difícil. Y también a quien le da una oportunidad a la que agarrarse con fuerza, como la Hermandad de los Dolores de Torreblanca y la Fundación Cruzcampo.
Porque en estos años José María no ha dejado de intentarlo. Pero siempre con trabajos puntuales, como repartidor o como portero en la Feria, entre otros. Pero ahora ve una puerta abierta, una opción que hasta entonces no estaba tan clara. A través de la hermandad, José María ha accedido al curso de hostelería que ofrece de forma gratuita la Fundación Cruzcampo a desempleados de más de 45 años, y que este año llega a su segunda edición.

Con el curso ha podido elaborar un itinerario de inserción laboral junto a la Fundación Randstad así como asistir a 80 horas formativas en la Escuela de Hostelería de Cruzcampo para camarero de sala y de barra. «Me han enseñado desde cómo coger un plato a montar una mesa de boda», ejemplifica. Por último, ha desarrollado otras 80 horas de prácticas. En su caso, en el Bar Cruzcampo. «Me han visto más para el “batalleo” que para un restaurante», bromea. Mucho más serio, confiesa haberse sentido cómodo e indica que su jefe ha sido sincero cuando le ha asegurado que su número lo tiene en buen recaudo para cuando necesite a alguien.
En el caso de Amaro Guerrero, las tres semanas de prácticas las ha desarrollado en el Club Antares, donde explica que se ha sentido «uno más». Amaro, con 58 años, ha pasado la mayor parte de su vida laboral dedicado a la venta de cara el público, sobre todo en el área de decoración. Por eso mismo su punto fuerte es el trato con el cliente, aunque asegura que no tiene nada que ver en la hostelería: «No es lo mismo estar detrás de un mostrador que detrás de la barra».

En su caso, su mayor ilusión es que para los próximos eventos el Club cuente con él, aunque en principio sea de forma puntual. De hecho, de las tres semanas se queda con un evento de 300 personas en el Club Antares «que organizaba el Hospital Virgen del Rocío para los niños enfermos de corazón, fue muy emotivo ayudar a recaudar fondos para ellos». Este sevillano se siente muy animado y tiene claro que, pronto, encontrará un empleo finalmente.
Como José María, también Amaro ha accedido al curso a través de una hermandad, en su caso la de Santa Cruz, donde sabían que hacía tres años que no conseguía un trabajo. Además de la edad, la ayuda que le ha prestado la hermandad es la característica que comparte con los otros 15 compañeros del curso. «Este proyecto surgió para colaborar con la acción social de las hermandades con un programa específico, en conversaciones con ellas detectamos que podíamos ofrecer nuestros recursos para mejorar la empleabilidad de uno de los colectivos a los que atendían», explica Mª Ángeles Rodríguez, directora de la Fundación Cruzcampo.

«Son las bolsas de caridad de las hermandades las que se lo ofrecen a los posibles alumnos, ya que es una oportunidad para formarse en un área con muchas posibilidad de empleo», explica a su vez Claudia Guardiola, gerente de programas de la Fundación Cruzcampo. «Las hermandades realizan una obra de asistencia social fundamental y muy bien realizada, nosotros queríamos contribuir aportando la caña de pescar», continúa. Los resultados de la primera edición del curso avalan sus palabras, puesto que más de la mitad de los 15 alumnos lograron un contrato. Los 17 alumnos participantes de este año están estos días terminando sus prácticas. Consigan o no un trabajo, el autoestima ha subido y las herramientas para una búsqueda de empleo efectiva ya las tienen en el bolsillo. «Levantarte por la mañana y saber que tienes algo productivo que hacer, te devuelve la vida», confiesa José María.

La Fundación Cruzcampo siempre ha tendido su mano a la hermandades de Sevilla, pero el año pasado fue más allá creando este curso de formación para colaborar de manera activa con su acción social. La directora de la Fundación Cruzcampo responde a Sevilla Solidaria por esta nueva iniciativa y por el apoyo a otras entidades por parte de la institución que dirige.
—¿Por qué surgió este programa?
—Cuando entramos en conversaciones con las hermandades detectamos que teníamos la oportunidad de mejorar la empleabilidad de los mayores de 45 años que llevaban un tiempo largo sin trabajo. La hostelería es una palanca de empleo fundamental en nuestra ciudad,
—¿En qué consiste el curso?
—Tiene una parte de teoría pero también mucho de práctica, que es lo que diferencia a nuestro modelo formativo. Los alumnos reciben 80 horas de acción formativa en el aula y 80 de prácticas en establecimientos hosteleros de la ciudad. Además, trabajamos también su itinerario de inserción laboral gracias a la colaboración de la Fundación Randstad.
—¿La primera edición cumplió las expectativas?
—Las superaron, teniendo en cuenta que fue una iniciativa nueva y con un colectivo con el que no habíamos trabajado antes. En la primera edición participaron 15 alumnos. Más de la mitad consiguieron un empleo. Cuando conoces el caso de cada persona y sabes que ahora está trabajando, da una energía increíble.
—¿Cómo acogieron la iniciativa los espacios de hostelería donde los alumnos realizan las prácticas?
—Muy bien. La prueba es que muchos de los alumnos se han quedado a trabajar en los mismos espacios donde realizaron las prácticas.

—¿La segunda edición ha presentado novedades respecto a la primera?
—Hemos repetido formato porque funcionamos muy bien en la primera. Lo único diferente ha sido el espacio de la formación, ya que, debido al inicio de nuestras obras, la Escuela de Hostelería está desarrollando su actividad en el Hotel Barceló Renacimiento.
—¿Cómo es la relación de la fundación con las hermandades?
—El Espacio de la Fundación Cruzcampo siempre ha estado abierto a las hermandades para celebrar infinidad de eventos, como aniversarios, conmemoraciones, presentaciones de libros... Todos los años se celebra aquí una reunión de los hermanos mayores con el Cecop y se celebra el simposio de hermandades para rescatar la historia de la Semana Santa.
—¿Qué otras acciones realiza la fundación en colaboración con asociaciones y ONG?
—La Escuela de Hostelería Fundación Cruzcampo, en asociación con otras entidades sociales, realiza formación a colectivos desfavorecidos. Así, hemos trabajado con Fundación ONCE, Cruz Roja o Secretariado Gitano, por nombrarte algunas. Asimismo, ahora estamos muy contentos con la iniciativa Cultura Viva. Se trata de una convocatoria abierta en toda Andalucía con la que realizamos contribuciones económicas a proyectos sociales que utilicen la cultura como una palanca social para inserción de colectivos desfavorecidos o para acercar la cultura a colectivos con dificultades. Un proyecto del año pasado, por ejemplo, fue de Autismo Sevilla, que desarrolló una aplicación para hacer accesible a personas con autismo exposiciones de la ciudad.