«Maestras de la costura» en el Polígono Sur

Madres de los niños que atienden en la Fundación Alalá se forman en la costura creando los trajes que estos usan en las actuaciones

La hija de Silvia juega con una máquina de coser de juguete. Imita a su madre y al resto de alumnas que en las mesas de al lado aprenden costura y patronaje en el taller Coser y Cantar. Esta clase comenzó el pasado septiembre en la Fundación Alalá para las madres que llevan a sus hijos a la Escuela de arte o de deporte que la fundación imparte en el Polígono Sur. Las niñas mayores, que ya han salido de la clase de baile, entran y salen de la sala entre juegos para que las costureras les prueben los vestidos que están realizando.

«Estamos confeccionando los trajes de las niñas de baile, para que todas vayan iguales en la próxima actuación», explica la profesora, Rosa León. Unos vestidos azules que ya se ven adelantados. «En este curso ya hemos hecho un cuerpo de flamenca a raíz de aprender patronaje y un delantal para un evento navideño donde todos cantamos villancicos», enumera.

Rosa León atiende a sus alumnas / Vanessa Gómez
Rosa León atiende a sus alumnas / Vanessa Gómez
Hijas de las alumnas juegan con una máquina de coser de juguete / Vanessa Gömez
Hijas de las alumnas juegan con una máquina de coser de juguete / Vanessa Gömez

La idea de este taller surgió de las propias madres. Soraya, una de las alumnas, recuerda cuando se lo propuso a Blanca Parejo, directora de la fundación: «Pasábamos mucho tiempo aquí esperando a que los niños terminaran de bailar y de esta manera hacíamos algo útil porque yo no había cogido una máquina de coser en mi vida», explica. Samuel es el hijo de Soraya, con 8 años, estrella del cuerpo de baile aunque también acude a percusión, teatro y pintura. «¡Se apunta a todo!», añade orgullosa. Y como un torbellino, Samuel aparece en la clase para saludar a su madre antes de volver a jugar fuera con sus compañeras.

«Uno de los objetivos principales del taller es que aprendan un oficio», indica Blanca Parejo, que es una más entre las mujeres, formando parte de la gran familia que es Alalá. «Además, la fundación también se beneficia porque ellas son las que van a confeccionar todos los trajes de la escuela de teatro», explica.

Blanca Parejo con una de las alumnas / Vanessa Gómez
Blanca Parejo con una de las alumnas / Vanessa Gómez

Son 14 alumnas las que forman el taller. Mujeres a las que el programa ayuda a desarrollar y asentar no solo cualidades de una profesión sino también características y habilidades personales tales como la paciencia, la creatividad y la imaginación. La convivencia es otra característica fundamental. «Blanca nos compró una máquina de café», aporta Silvia, «y nosotras traemos leche en un termo, pestiños, bizcochos... la verdad es que pasamos muy buen rato y desconectamos de nuestras casas un poco».

Todas a una, desde Engracia, la más aventajada, que comenzó el curso sabiendo costura después de 14 años trabajando para El Corte Inglés; hasta Cristina, que comienza hoy tras traer durante este curso a su hija de 4 años al taller de pintura. Cada una se muestra agradecida a Alalá por la labor que hacen con su hijos, -«están aquí y no en la calle», indican- y por lo que ahora hacen con ellas.

«Uno de los objetivos es que ellas consigan un trabajo así que con el tiempo, quién sabe, no descartamos que salga una marca de ropa el día de mañana y que ellas creen una cooperativa de mujeres», aventura Blanca Parejo.  El esfuerzo y la dedicación de cada una de ellas se apreciaba aún antes de comenzar el taller, trayendo a sus hijos a Alalá y apostando por un futuro mejor.

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