Los comedores sociales de Sevilla no están dispuestos a cerrar: «Nosotros podemos irnos a casa pero ellos, ¿qué harán?»

Los comedores del Pumarejo, San Juan de Dios y Triana siguen con sus puertas abiertas, mientras que el comedor de San Juan de Acre ha optado por repartir bolsas

Mientras guarderías, colegios, universidades, centros de día y museos cierran sus puertas, mientras los sevillanos se encierran en sus casas y anulan planes ansiados como bodas, bautizos o cumpleaños, en la calle ellos no tienen hogar donde pasar cuarentena para frenar el  contagio por coronavirus. Sin una mano amiga, como la de tantos voluntarios que les dedican su tiempo, las personas sin hogar no tendrían ni qué comer.  Para no abandonarles a su suerte, los comedores sociales de Sevilla mantienen los fogones encendidos en estos días excepcionales.

Las medidas de precaución se extreman, los voluntarios de más edad se quedan en sus casas y en comedores sociales como el de San Juan de Acre optan por repartir bolsas de comida en su puerta. El miedo no les afecta pero sí la incertidumbre sobrevuela a todos, porque desde las instituciones no les han referido ninguna indicación. Su postura es seguir adelante, como siempre, darles la mano a quien la necesita. Pero en esta semana donde todo ocurre tan rápido, de un día para otro, no saben si les recomendarán cerrar. Y a ellos no les quedara otra que obedecer.

En el comedor social de Triana, gestionado por  las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, no han cerrado un solo día en 115 años de historia y, desde luego, no están dispuestos a hacerlo ahora, a no ser que el Ayuntamiento de Sevilla les indique lo contrario. A las 12,30 han abierto sus puertas para 200 personas sin hogar y tienen previsto hacerlo también el fin de semana. Muchos de sus voluntarios son personas mayores, y han tenido que tomar la decisión de no acudir por ser población de riesgo. Aún así, Sor Modesta, la madre superiora del comedor Nuestra Señora del Rosario, confiesa que impera «mucha serenidad» en la casa, tanto entre los voluntarios como entre los propios usuarios, y de momento no necesitan más ayuda.

«Estamos tomando, eso sí, todas las medidas de seguridad que han aconsejado las autoridades», añade. Así, además de limpiar todo con lejía con mayor asiduidad y cuidar mucho el aseo, están ofreciendo geles desinfectantes a los usuarios antes de entrar. Y si alguno no colabora, no puede pasar. «Se le están informando a todos sobre estas medidas, y la necesidad de guardar un metro y medio unos de otros», indica. «No podemos dejar de darles de comer, cerrar solo se plantearía en un último caso».

En el Comedor del Pumarejo, el más antiguo de Sevilla, han abierto como siempre a mediodía en la calle Aniceto Sáenz. «Aquí hay mucha gente que pasa hambre, para nosotros no es tan fácil echar el cierre como en los colegios», indica Ana Ruíz, trabajadora social en esta entidad gestionada por las Hijas de la Caridad, donde dan de comer a alrededor de 290 personas sin hogar de la zona. La incertidumbre ha reinado durante toda la semana, pero todas las actividades se han desarrollado con normalidad, tanto en el comedor social como con el baño y el ropero, así como en la atención a familias en situación de exclusión. Tampoco entre los voluntarios ha habido indecisión. «Piensa que estamos acostumbrados a tratar con población de riesgo, los voluntarios usan guantes y se cuida mucho la higiene», añade Ana. Eso sí, desde el jueves se están extremando las precauciones y se está ofreciendo gel desinfectante a la entrada del comedor.

En la cocina del comedor del Pumarejo se prepara comida para cerca de 400 personas con primer plato, segundo plato y postre

 

Por otra parte, en la calle Misericordia aunque este viernes los Servicios Sociales de San Juan de Dios han abierto con normalidad , quieren reunirse los responsables para decidir de aquí al lunes si tomar alguna medida para ayudar a paliar esta crisis sanitaria, ya que les consta que algunos comedores sociales sí están cerrando. «La idea de todas formas es que nadie se quede sin comer y pensar en una alternativa», indica Concha García, responsable de comunicación de San Juan de Dios, organización que está detrás de este recurso que abrió en 2010 junto con servicio de ducha, atención buco-dental y atención social.

Sí han tomado mayores medidas en el comedor San Juan de Acre de la Orden de Malta que desde este pasado jueves 12 de marzo ha suspendido el servicio en mesa en sus instalaciones y ha optado por entregar bolsas de comida para evitar la aglomeración de personas en un mismo espacio. Así, desde las 17,00 a las 18,30 personas sin hogar se van acercando a la puerta donde tras una mampara la entregan una bolsa con bocadillo, fruta y bebida. «Hasta que no nos den desde las autoridades una instrucción concreta que haya que seguir, seguiremos trabajando porque nosotros podemos irnos a casa a hacer cuarentena pero ellos, ¿qué harán?», reflexiona Ana Muñoz, trabajadora social.

Debido a que la preparación de la comida se ha simplificado el número de voluntarios se ha reducido -normalmente unos 340 a la semana-, quedándose en casa personas mayores y población de riesgo. Lo que sí se ha suprimido hasta nuevo aviso es el proyecto «Desayuno Solidario», a través del cuál voluntarios cada sábado y dos domingos del mes se acercan a personas sin hogar en la calle con un café y algo para acompañarlo con el principal objetivo de establecer un vínculo y darles información sobre recursos a los que pueden optar. Proyecto en el que el acercamiento entre personas es clave.

 

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