Los bomberos sevillanos de Proem-Aid vuelven a Lesbos

La asociación ha logrado recaudar solo 10.000 de los 95.000 euros que se habían puesto como meta, lo justo para trabajar con lo mínimo tres meses

Tras abandonar la isla de Lesbos al finalizar el verano por falta de recursos, la asociación sevillana Proem-Aid vuelve a Grecia para seguir ayudando a las personas que llegan en frágiles botes a la orilla. Aunque el número de refugiados que arriban a la costa ha descendido, se siguen sucediendo desgracias y hay vidas que rescatar. «Volvemos no porque las autoridades estén desbordadas, sino porque están usando a estas personas como moneda de cambio», indica el presidente de ProemAid, José Antonio -"Onio"- Reina a EFE pocos días antes de emprender esta segunda etapa en Lesbos.

«La Unión Europea (UE) no va a dar visados a los ciudadanos turcos, ni tampoco el dinero que prometió (para mantener a los millones de refugiados que se encuentran allí)», explica. Y «el presidente turco ha respondido con la amenaza de que si la UE no cumple el trato, él no tiene que estar aguantando el problema y por eso el peligro de la entrada masiva de refugiados sigue allí», argumenta. Por ello, los voluntarios de Sevilla han optado por estar allí el día en que se produzca una nueva tragedia. «No queremos verlo desde aquí, sino estar allí para evitar que se ahoguen», añade.

Desde que se marcharon de Lesbos en otoño, este equipo de voluntarios, en el que participan bomberos, socorristas, buzos profesionales, personal de salvamento marítimo y sanitario, han logrado recaudar solo 10.000 de los 95.000 euros que se habían puesto como meta.

Un barco parado en Sevilla

Es lo justo para poder trabajar con lo mínimo durante tres meses, confiesa Reina, que reconoce que le resulta «desesperante sentir la pasividad del resto del mundo hacia un problema tan grande» Lamenta que no hayan podido comprar los dos motores para el barco que tienen en dique seco en Sevilla, «montado sobre dos caballetes cuando podría ofrecer un servicio fantástico».

«Es una pena, pero no hemos encontrado a nadie que nos done los dos motores o nos los compre», dice Reina, quien, lejos de caer en el pesimismo, confía en que una vez in situ «la gente se anime» y se implique con ayuda o haciéndose socia.

De momento, el proyecto consistirá en regresar con un equipo mínimo de cuatro personas que se irá relevando cada dos semanas y que no solo se limite a tareas de rescate, sino a ofrecer servicios a las ONG que operan en la isla, por ejemplo, ayudando a repartir comida o haciendo muebles para los campamentos.

Implicación con los niños

El verano pasado, ProemAid organizó un proyecto de clases de natación para que los niños refugiados perdieran el miedo a un medio hostil como el agua, con el que solo asociaban el trauma. Ahora, la idea es volver a implicarse con los niños, y según explica Reina, la asociación ofrecerá a la ONG Pipka, con la que colaboraron en el programa de natación, montar un parque recreativo con cuerdas, puentes, pasamanos y gincanas en la que los pequeños puedan pasarlo bien.

Además, van a contar con un coche y dos caravanas cedidas por la asociación catalana Amb les Teves Mans, una de las cuales servirá como biblioteca ambulante para los campos de refugiados y la segunda, como lugar en el que el equipo pueda resguardarse del frío cuando haga sus guardias.

Reina está preparado para el frío que se avecina, ya lo vivió en carne propia el año pasado, pero peor lo pasan los refugiados. Aunque reconoce que hay días en los que tiene poca fuerza, le impulsa pensar que «nos podría tocar a nosotros». «Tengo un niño, podría ser yo el que está en el bote, y él muerto de frío», dice.

La historia de "Onio" Reina es la del niño que hace realidad el sueño de ser bombero por un trauma vivido en carne propia. Con cuatro años, la edad que ahora tiene su hijo, sufrió junto a su familia un accidente de coche. Mientras estaba atrapado en el vehículo, recuerda cómo se le acercó un bombero y le dijo: «tranquilo, no te va a pasar nada».

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