Día Mundial contra la Trata de Personas

La recuperación en Sevilla de víctimas de trata

Onna Adoratrices acoge a mujeres víctimas de explotación sexual o laboral para que recuperen sus vidas

En la Casa de Acogida Dámaris, en Sevilla, en cualquier momento pueden recibir una llamada y esa misma noche abrir sus puertas a una nueva integrante de esta hospitalaria familia. Junto a los dos pisos de autonomía con los que cuentan, las hermanas Adoratrices tienen catorce plazas para acoger a mujeres en situación de vulnerabilidad, víctimas de explotación sexual o laboral. A veces, llegan de manera inesperada desde la otra punta del país cuando la policía desarticula una red de trata de mujeres. Otras, la acogida se produce tras escucharlas durante meses , aún en situación de prostitución, atraídas en un principio por la necesidad de regular documentación. Con una experiencia brutal a sus espaldas y con el miedo en los huesos, la víctima recuperará aún así la confianza con los días y, poco a poco, mes a mes, podrá volver a ese mundo que la ha traicionado convencida de no ser menos que nadie.

«La sociedad tienen la impresión que esto pasa en otros sitios, pero no, es también aquí, al lado de sus casas», explica Nuria López, psicóloga de Onna Adoratrices, para destacar una realidad que no se puede eludir en el Día Mundial Contra la Trata.  «Todo ese sufrimiento se les queda pero se pueden recuperar, por eso estamos nosotros aquí». Son un total de once profesionales los que atienden a las acogidas en la casa, entre educadoras, trabajadora social, abogada, administrativa, psicóloga y personal de limpieza y cocina, además de las cuatro hermanas Adoratrices.

«Son procesos muy largos de recuperación, pero creo que realmente lo que más les ayuda son las relaciones que establecen aquí», continúa Nuria. Cuando llegan, muchas con tan solo lo puesto como equipaje, los primeros días son solo para descansar. Dormir y comer para estar bien físicamente. «Hay a quienes ni las dejaban dormir para atender a clientes», cuenta la psicóloga. Luego, lo más urgente para comenzar el camino hacia la inclusión social es el idioma, ya que en su mayoría son extranjeras.

«Generalmente aprenden español muy rápido, cuando tenemos más problemas es cuando no saben leer ni escribir», cuenta Rosario Labrador, educadora social, mientras atiende a dos chicas, una de ellas recién llegada. De las ocho mujeres que están acogidas en la casa, las otras seis han salido esta mañana fuera para hacer cursos o prácticas laborales. «En el aprendizaje del idioma orientamos muy pronto el vocabulario al tema del empleo», continúa. Un contacto pronto con el exterior les viene bien además para recuperar la confianza.

SEVILLA. 19.7.23. Reportaje sobre Onna Adoratrices y su casa de Acogida Dámaris para mujeres que han sido víctimas de trata. FOTO: VANESSA GOMEZ. archsev

La elección del camino laboral es algo también muy trabajado, para que se sientan cómodas en su propia decisión, ya que han sido obligadas con anterioridad. Y se vigila que no caigan en contratos abusivos que les hagan ser víctimas de otra explotación. De forma paralela a su formación, además, se le ayuda con la documentación, con la validación de títulos o con la petición de asilo si están en situación de refugiadas.

Sus vivencias son desgarradoras. Y no solo por lo vivido en España sino por lo que han tenido que aguantar en sus países de origen o en el camino hasta Europa. Una vez aquí, solas, las redes las tienen amarradas con las deudas que les aseguran haber contraído por el viaje o amenazadas con hacer daño a su familia, cuando no es la propia familias las que las han vendido.

Toda ese infierno que tienen en los corazones contrasta con la tranquilidad de la casa sevillana, con el cariño de las hermanas, con la confraternización que se produce entre mujeres de África, Europa del Este y América, compartiendo recetas, reflexiones o costumbres. Sanar descubriendo que sí hay personas buenas en el mundo.

«Contamos con voluntariado que nos ayuda con salidas de ocio a la playa o al cine, les acompañan al médico, o les apoyan en la formación», añade Nuria López. Además en Onna Adoratrices se siente respaldados con financiación pública y privada gracias a la implicación de entidades como Fundación “la Caixa”, que ha seleccionado la Casa de acogida Dámaris en su última convocatoria de ayudas a proyectos sociales. «Las hermandades también nos ayudan mucho y donaciones puntuales nos sirven para hacer frente a gastos de ropa, del dentista, o del uniforme para el primer de trabajo, por ejemplo».

Una vez que la mujer consigue el empleo y puede costearse un alquiler, deja su plaza para otra pero no se desvincula de la casa. El Centro Escucha, con el que atienden a mujeres que se acercan para buscar ayuda puntual, también está ideada para las que ya han pasado por la casa. Un papeleo para un hijo, una duda frente a un nuevo trabajo... o, a veces, por el simple placer de acercarse a saludar a esa familia que ya siente propia. Muchas veces hasta entonces no se atreven a contarle a Nuria lo que realmente pasaron. Lo que tuvieron que soportar.

Este año una señora encontró a una mujer desorientada y asustada en la cuneta de la carretera, huyendo de una explotación en el campo. La recibió en su casa y llamó a las Adoratrices. La vida no ha acabado para las mujeres víctimas de trata.  Las hermanas y los trabajadores terminan yendo a sus bodas o al nacimiento de sus hijos, y comprueban que la felicidad merecida realmente llegó.

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