La mano amiga que tendieron a José Manuel para volver a la sociedad tras estar preso
Los programas de empleo son necesarios para intervenir con cualquier persona en riesgo de exclusión social, «pero más necesarios aún son los dedicados a colectivos tan abandonados a nivel social como las personas privadas de libertad», explica Ana Reigada, técnica del programa Reincorpora de la Fundación ”la Caixa” a través de la Federación Liberación.
José Manuel, uno de los beneficiarios de esta entidad, lleva desde febrero trabajando en Aborgase, una empresa de gestión de residuos, muy sensibilizada con problemáticas actuales. Pero el camino para llegar hasta aquí desde que se encontraba en el centro Penitenciario Sevilla II no ha sido precisamente fácil.
Sabe lo que es trabajar duro desde muy joven, cuando, a los 16 años murió su padre. «Me puse a trabajar de botones en un hotel y luego varios años en Castellón de gruista y de peón de la construcción», cuenta a Sevilla Solidaria, «después me vine a Sevilla y monté un bar de carne a la brasa hasta que llegó la crisis y todo se vino abajo, tenía un hijo de dos añitos».
Tras siete años preso la incertidumbre sobre el futuro era inmensa. «Sentía mucho miedo de lo que me podía encontrar fuera. La vida había continuado en la calle sin mí y no sabía si sería capaz de adaptarme ni cómo». Entonces llegaron a su vida los técnicos del Programa Reincorpora-Épyco.
El proyecto de la Fundación “la Caixa” y el Ministerio del Interior ofrece itinerarios adaptados a las necesidades particulares de los internos, combinando formación y acciones de servicio a la comunidad para la búsqueda de un empleo, como factor clave para construir un nuevo futuro. El objetivo es que la persona amplíe sus competencias, refuerce valores, confianza y motivación, y mejore habilidades personales y profesionales que la ayuden en su camino hacia la plena inclusión social y laboral.
El programa Reincorpora se desarrolla en Sevilla de la mano de las entidades Liberación y Padre Leonardo con las que han participado un total de 987 personas y 346 de ellas han conseguido un empleo. En el caso de la primera, es en el año 2011 cuando comienza a desarrollar el Reincorpora y en 2018 cuando da el salto al Programa Reincorpora en la modalidad Épyco (Entrenamiento Personal Y Competencial). A nivel nacional, el programa trabaja con 48 entidades sociales y, gracias a ello, 8.526 personas privadas de libertad han conseguido un trabajo.
«Lo más difícil para ellos es adaptarse a un entorno que ha cambiado, sobre todo, para aquellas que llevan mucho tiempo de condena», indica Ana Reigada, «se trata de pasar de vivir en un medio sin tecnología a una sociedad digital, iniciarse en rutinas distintas, recuperar hábitos perdidos, rehacer relaciones, encontrar un empleo…».
En el caso de Jos é Manuel, aún el centro penitenciario acudió a talleres grupales donde se abordaban las diversas competencias necesarias no solo para encontrar un trabajo si no para mantenerlo, además de avanzar en su proceso de desarrollo personal. «Una vez en Tercer Grado penitenciario y ya centrados en la búsqueda activa de empleo, conseguimos derivarle a una oferta que se ajustaba a su perfil y tras pasar la correspondiente entrevista de trabajo, fue contratado», continúa Reigada.
De esta forma este hombre de 46 años pudo recuperar la esperanza. «Me formaron y ayudaron muchísimo pero, sobre todo, hicieron que creyese en mí y en mis posibilidades», confiesa feliz, «son un equipo súper familiar, muy cercano, se implican al máximo y yo, personalmente, tengo muchísimo que agradecerles».
Implicado, con todas sus ganas puestas en mantener su puesto y no defraudar a quienes les han ayudado y a su entorno, es consciente de que todo el mundo no está abierto a darle una segunda oportunidad: «la sociedad tiene una visión muy negativa de las personas presas pero yo sí creo plenamente en la reinserción siempre y cuando des con los profesionales adecuados y siga habiendo programas que te acompañan de principio a fin en este durísimo camino». Reigada, además, añade al estigma social el hecho de que una gran mayoría proviene de entornos desfavorecidos, «con un elevado nivel de exclusión social, dificultades relacionales y problemas de adicciones». Por eso mismo, el papel de las empresas comprometidas en el programa es vital, así como la implicación de los establecimientos penitenciarios.
José Manuel sabe que su vida sería bien distinta si los técnicos Ana y Roberto no hubieran aparecido. «Estoy plenamente convencido de que hubiese vuelto a delinquir», admite. Ahora, sin embargo, disfruta de uno de los mejores momentos con su hijo y su pareja y sueña con construir un hogar en una pequeña parcela con ellos. «Cualquier persona puede cumplir sus sueños... tan solo tiene que creer en sí mismo», asegura con ilusión, «gracias a Dios he tenido la suerte de encontrar en mi camino personas súper profesionales en la Federación Liberación y jamás me cansaré de agradecerles todo los que han hecho por mí».