La Hermandad de la Candelaria ultima los detalles para la obra social de su centenario
Cuando el confinamiento del pasado marzo dio lugar a las primeras necesidades acuciantes de alimentación, en un Cabildo virtual de la Hermandad de la Candelaria hubo una decisión rápida. Había que centrar los esfuerzos en procurar alimentos a quienes lo necesitaran dedicando todo lo presupuestado para la diputación de caridad a una institución que había demostrado desde hacía años funcionar a la perfección: el economato social del Casco Antiguo. Así, de ayudar a unas 7 familias pudieron entregar carnés para el economato a 45.
«Es complicado recibir un correo electrónico de una hermana que cuenta que ni su marido ni ella tienen ingresos suficientes porque no les llega el ERTE, te duele, no es fácil de encajar», explica José Antonio Fernández González, Diputado de Caridad y Obras Benéfico-Sociales de la Hermandad de la Candelaria. Casos como este se repitieron uno tras otro, e incluso los propios hermanos actuaban como intermediarios para advertir de familias que lo estaban pasando mal. «El párroco de La Oliva nos llamó para decirnos que estaban desesperados». Así, los esfuerzos fueron más allá de la hermandad y el centro, a través del trabajo conjunto con las Cáritas no solo de la parroquia de San Nicolás sino también de Nuestra Señora de La Oliva, La Candelaria en Los Pajaritos y Nuestra Señora de las Veredas en Valdezorras, entre otras. A los barrios se desplazaron, para hablar con las familias, en un trato cercano.

«Luego los hemos visto en el economato y se han maravillado con los precios, después de todo es reconfortante escucharles alegres», explica el diputado, que acude al economato como voluntario cada vez que lo necesitan. «El trabajo allí es brutal, y sobrecoge cuánto entusiasmo y horas le dedican los voluntarios, la cola ha llegado a dar la vuelta a la manzana», añade. Con el carné que les entrega cada hermandad, cada una de las familias aporta el 25% del precio del artículo ya que el resto lo abona la hermandad, de manera que los beneficiarios acceden de manera más digna y eligen los artículos que le interesan.
Colaborar con el economato junto al resto de hermandades del Casco Antiguo, siempre fue una parte importante de la obra social de La Candelaria, pero ni mucho menos la única. Todo tuvo que quedar en suspenso, pero algunas acciones se pudieron seguir llevando a cabo. Divididas en cuatro bloques, al amparo de los cuatro titulares de la hermandad, la salud y la infancia es una de las líneas solidarias de esta corporación del Martes Santo, gracias a convenios con otras instituciones. Este año se ha podido sufragar la atención a dos niños en el Centro de Estimulación Precoz del Buen Fin. También suelen aportar a la Asociación Española para los Efectos del Tratamiento del Cáncer o a la Asociación X-Frágil.

También forma parte de la obra social la atención a la infancia como el campamento para niños de Los Pajaritos que se desarrolla con las demás hermandades del Martes Santo. La ayuda urgente -ya sea través del economato o el pago de facturas a hermanos con dificultades- y ayudas a la Iglesia completan la obra social. En este último aspecto la hermandad se ha mantenido este 2020 muy pendiente de la situación del convento de Madre de Dios, al que están muy unidos, y consiguieron a las hermanas un congelador que necesitaban con urgencia.
Tampoco el Grupo Joven de la hermandad pudo realizar todas las actividades solidarias que tenían previstas para este año, justo cuando la participación de los más jóvenes iba en aumento con la cercanía del centenario. Por eso, esta Navidad han querido pedir juguetes y también productos infantiles de higiene o de alimentación, que se recogen en la Casa Hermandad o en la parroquia. «Queremos ayudar a la cantidad de familias que lo están pasando mal, muchas con niños que acaban de nacer», explica Laura Cobo, diputada de Juventud. «Queremos hacer ver a los niños de la hermandad que lo más bonito es compartir, es lo que podemos hacer ahora».

Gracias a la solidaridad de muchos durante este año, el esfuerzo ha dado sus frutos. En especial, la subasta de camisetas de equipos de fútbol realizada por Carlos Herrera, y una importante donación de Fundación la Caixa. «Esto nos posibilita seguir atendiendo al mismo número de familias con seguridad hasta el verano que viene», explica José Antonio agradecido. Y también hace posible no dejar de lado lo soñado para el centenario: una obra social que continuará en el tiempo. «Queremos seguir en nuestra línea, ayudando a niños con dificultades en la salud y también apoyar a familias sin recursos con niños recién nacidos, ya que es la advocación de la Virgen de la Candelaria», adelanta.
«Curiosamente, este año nos hemos sentido todos en la hermandad más cerca, en contacto más estrecho con las personas que viven solas, y nos hemos hecho presentes en los barrios», revive José Antonio. Ha sido una experiencia dura pero la hermandad sale reforzada para un año a todas luces especial para ella.