La determinación de Rahiza para salir ella y sus hijas de la vulnerabilidad
La maternidad no es fácil. Está llena de dudas y de culpas. Pero, además, hay quien se enfrenta a ella con cientos de piedras más en el camino. Hace un año Rahiza López, madre de una niña de 10 años y otra de 2, se sentía atrapada en una vida que nunca hubiera imaginado, sin posibilidad de avanzar. Esta joven nicaragüense vecina de La Macarena llegó en 2016 a España tras su madre y su pareja buscando una vida mejor, y dejando una carrera de Farmacia a punto de terminar. La vida transcurrió como podía, trabajando en una tienda o cuidando a niños, hasta que de un momento a otro se vio sola y sin recursos económicos, perdida. Su pareja se marchó. También lo hizo su gran apoyo, su madre, buscando una oportunidad laboral en otro país. «No estaba bien entonces, no llevé bien la ruptura y me sentía estancada, el tiempo me había comido», revela Rahiza a Sevilla Solidaria, «pero descubrí que nunca es tarde y que para que mis hijas estén bien, yo tenía que ponerme la primera».
Ahora se siente capaz de todo. Ve una luz al fondo y se imagina con la bata blanca tras un mostrador, siendo ella la que ayuda a su madre en esta ocasión. Todo cambió cuando el verano pasado, desde los Servicios Sociales le recomendaron acudir a la asociación Avanti Andalucía, una entidad que cuenta con un espacio socioeducativo para atender a niños menores de 3 años que no tienen opción de acceder a un centro público.
«Tenemos casos muy diferentes, algunas de nuestras beneficiarias no están en una situación regularizada en el país, otras son mujeres víctimas de violencia de género a las que han reubicado en otra ciudad a mitad de curso o, incluso, familias procedentes de conflictos bélicos», explica Laura Pichardo, coordinadora de Avanti Kids, el proyecto que gestiona este espacio para niños del Polígono Norte y La Macarena.
Rahiza no podía acceder a un centro de educación infantil, pero aquí tuvo una oportunidad. Su hija pequeña está en buenas manos, lo que le permite conciliar por fin, y ella misma también cuenta con el apoyo de grandes trabajadores, ya que la asociación no solo se detiene en los menores sino que ofrece una atención integral con la búsqueda de la inserción sociolaboral de las madres con el fin de que abandonen su situación de vulnerabilidad.
«Avanti Mamis nació oficialmente en 2019 porque nos dimos cuenta que muchas de estas madres no avanzaban porque accedían a trabajos precarios o a la economía sumergida y debíamos ayudarlas», continúa Laura. El proyecto, seleccionado en la convocatoria de Proyectos Sociales de la Fundación ”la Caixa”, no solo presta orientación laboral sino también ofrece ayuda asistencial con la colaboración con otras entidades. Fomenta además redes de apoyo promoviendo convivencias y talleres muy prácticos, sobre alimentación saludable o primeros auxilios pediátricos y sobre cómo realizar un currículum o utilizar el certificado digital.
Rahiza suspiró aliviada el año pasado cuando recibió pañales y accedió a la ayuda de 100 euros al mes de CaixaProinfancia para la alimentación. Pero, por encima de todo, le acompañaron para avanzar por el camino que ella más deseaba. Los trabajadores sociales le ayudaron con todas las gestiones para regularizar correctamente la situación de su hija en el país, así como para continuar sus estudios en la Universidad de Sevilla. Después de mucho y costoso papeleo para traer su documentación desde Nicaragua, ha solicitado este misma semana la única plaza para extranjeros con la que cuentan en la facultad de Farmacia. Miriam Camisón, trabajadora social de Avanti Mamis, la acompañó en todo momento y ambas están convencidas de que la plaza es para ella.
«Esto es lo mejor que me ha pasado, agradezco muchísimo a mi madre todo lo que hecho por mí pero era hora de valerme por mi misma y en Avanti me han dado la valentía necesaria», explica Rahiza agradecida. «Ella es muy válida y capaz, busca información por todas las vías», explica Miriam, «pero a veces necesitamos no sentirnos solos».
Avanti se ha convertido en su casa, como lo es para los 17 pequeños que trastean cada mañana con juguetes, con arena, con diferentes texturas y juegos, entre educadoras que se acogen a programas pedagógicos muy vanguardistas. Los niños y bebés son felices, ajenos a las montañas que deben escalar sus madres, la mayoría solas, con el firme propósito de darle a ellos la mejor de las vidas.
«Muchas no saben ni cuáles son sus derechos y no tienen ninguna red de apoyo», explica Laura, «aquí conocen a otras madres en las que apoyarse». La coordinadora se alegra de los numerosos casos de éxitos que han presenciado. «Hay madres que han montado incluso sus propios negocios, habiendo llegado a nosotras sin nada», recuerda.
La pequeña Gianna se acerca corriendo a Rahiza con una gran sonrisa cuando la ve entrar por la puerta para recogerla. Aún no es consciente de la resiliencia que su madre esgrime motivada por el amor que le infunde.