Juntos para prevenir el suicidio
Un total de 35 voluntarios están preparados en Sevilla para descolgar el Teléfono de la Esperanza y escuchar a quien se siente solo o necesita ayuda. Con una media en esta ONG de entre 20 y 30 llamadas recibidas al día -algunas necesitan una hora de escucha-, el pasado año el 5% de ellas aludían al suicidio. En concreto, un total de 260 llamadas hacían referencia a este grave problema, más del doble de casos que en 2020.
«Las llamadas de índole suicida no son fáciles», explica Asunción Doctor, voluntaria del Teléfono de la Esperanza en Sevilla, «alguna vez he recibido alguna llamada de suicido en curso, y, a pesar de tener claro mi correcta atención poniendo en conocimiento al 112 para que los servicios sanitarios de emergencia lleguen lo antes posible, no puedo evitar quedarme algo “tocada” y preocupada».
Todos los voluntarios reciben una formación de más de un año en técnicas de intervención en crisis y escucha empática. Además, una más especializada de forma continuada para situaciones específicas, como llamadas de índole suicida. Asunción, además de atender el teléfono cuatro horas a la semana y doce horas en un turno nocturno cada mes y medio, es quien imparte esta formación, como responsable en el centro de Sevilla del Programa de Prevención del Suicidio (TESUIC) del Teléfono de la Esperanza. «Debemos hablar más sobre el suicidio, al igual que cada vez hablamos más de salud mental, pero es preciso hacerlo de forma adecuada, con responsabilidad», explica Asunción a ABC de Sevilla.
«La pandemia ha erosionando la salud mental de millones de personas», explica a su vez Lydia Delgado, técnica de la entidad en Sevilla, «lo que ha incrementado significativamente los factores de riesgo asociados a la conducta suicida y que todavía perduran». El Teléfono de la Esperanza considera que es un tema a abordar con urgencia. En España se suicidan diez personas al día, siendo la primera causa de muerte externa en jóvenes y adolescentes. Pero, a pesar de que la OMS asegura que se puede prevenir, ¿hacemos lo suficiente? Desde la ONG afirman con rotundidad que no. Por ello trabajan a nivel nacional desde el pasado mayo en la campaña «Hagamos un plan» con el que reclaman campañas de sensibilización y concienciación más efectivas, y un plan nacional para la prevención con un trabajo coordinado entre distintos agentes de la sociedad.

Esta campaña culminó ayer en Sevilla, en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, con el evento «Luz para la Esperanza» en las Setas de la Encarnación con la actuación de la Compañía Danza Mobile y la Joven Orquesta Internacional de Sevilla.
La atención telefónica es un factor de protección óptimo para las personas en riesgo y en ello basa su actividad el Teléfono de la Esperanza con el programa de Prevención del Suicidio, integrado por psicólogos, con el que también ofrece talleres y cursos y pone en marcha actividades de sensibilización en la población.
«Para las personas afectadas por cualquier tipo de conducta suicida o sus familiares, a veces el miedo al rechazo o al abandono les impide hablar de lo que les pasa y, sobre todo, pedir ayuda», explica Asunción, «debemos escuchar de manera activa lo que nos dicen, situarlo dentro del contexto del mensaje y si nos quedan dudas, sencillamente preguntar. La escucha activa, la empatía, no juzgar, huir de los consejos paternalistas y buscar ayuda especializada son algunas de las recomendaciones para hablar con alguien que nos pide ayuda». Y precisamente esas pautas son las que siguen en el Teléfono de la Esperanza. además de otros consejos: «identificar y regular sentimientos y emociones; reconocer los fallos y limitaciones pero valorar los logros y potencialidades; un estilo de vida saludable y cuidar y potenciar las relaciones sociales».
Esta voluntaria, muy involucrada en la organización del evento por el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, lleva tres años colaborando con la entidad. Al principio al teléfono y a medida que pasaba el tiempo más implicada en otras actividades. «Me hace feliz ayudar a los demás, mi voluntariado me permite hacerlo de manera coordinada y efectiva», expresa, «realmente es muy gratificante y satisfactorio mientras sigo creciendo personal y profesionalmente».
La implicación de voluntarios como Asunción salva vidas, aunque ellos no lo vean directamente. «Es difícil saberlo, primero por el anonimato esencial que conlleva nuestra atención telefónica, y además porque una vez que termina la llamada (que mantenemos hasta la llegada de los servicios de emergencia), a pesar de haber obtenido los datos de localización que se facilitan al 112, no hay un seguimiento posterior, nuestra labor termina».
Y es que ese trabajo constante del Teléfono de la Esperanza para luchar contra el suicidio debe ser continuado por el resto de la sociedad, con políticas públicas y el apoyo de todos los estamentos. Solo actuando juntos ante este problema de salud pública se podrá prevenir y evitar.