El proyecto «Agua», una iniciativa solidaria para que los refugiados pierdan el miedo al mar
En el año 2016, en la isla griega de Lesbos se estaba viviendo una auténtica catástrofe humanitaria. Las autoridades no eran capaces de contener las riadas de refugiados que llegaban hasta este territorio fronterizo entre Europa y África, por lo que finalmente se habilitaron varios campos para poder ubicar a estas miles de personas. Campos de refugiados donde la asociación Proem-Aid comenzó a poner en marcha su proyecto Agua, que tenía como objetivo ayudar a los refugiados a perder el miedo al mar después de que la mayoría de ellos viviera una situación traumática y al mismo tiempo que pudieran escapar por unas horas a la semana del complicado ambiente que se vive en estos campos.
Así, en el año 2019 este programa llegaba también a tierras sevillanas, concretamente a la piscina municipal de Dos Hermanas, donde en el mes de enero ha comenzado la segunda edición, impulsada de nuevo por la asociación Proem-Aid -integrada por profesionales del mundo del salvamento- y con la colaboración de las asociaciones «Abrázame» y el «Hogar de Hanna».
Hasta el mes de junio, jóvenes refugiados que viven en la provincia de Sevilla participan en estas clases que tienen como principales objetivos la toma de contacto con el medio acuático, que pierdan el miedo al agua y que al mismo tiempo sea una actividad que les ayude en su socialización en integración en la sociedad.
Uno de los voluntarios en este proyecto, que además ha viajado ya en varias ocasiones a tierras griegas, es Jacobo Díaz-Jargüin, un profesional del mundo de la enseñanza de la natación, que cuenta con años de experiencia como profesor en la Escuela del Agua, un centro de iniciación y perfeccionamiento de las actividades acuáticas y de la natación, situado en Gelves, que colabora de manera activa con todas las acciones impulsadas por Proem-Aid. Jacobo explica que «al principio, cada uno de estos alumnos muestran algunos miedos iniciales, pero progresan de una manera muy rápida, ya que sus ganas de seguir viviendo pueden más que el propio miedo».
Desde el primer día los profesores tratan de mostrarle confianza a estos particulares alumnos, y como explica Jacobo: «El rato que pasamos es muy divertido y al mismo tiempo reconfortante, aprendemos de manera mutua, ellos de nosotros y nosotros de ellos».
Un bonito proyecto dirigido a personas que han tenido que dejar su lugar de nacimiento, en muchos casos huyendo de guerras y situaciones terribles, para subirse a una embarcación precaria, sin las condiciones mínimas de seguridad, sobrecargada de personas y que ha desafiado las condiciones siempre peligrosas condiciones del oceáno, sólo con el objetivo de llegar a Europa con la esperanza de vivir una vida mejor.