El club sevillano presente en una selección española de fútbol con aún más garra

El club Isbilya PFC es gran ejemplo de inclusión en el deporte y lucha por consolidar el Powerchair Football en España, con jugadores en sillas de ruedas a motor

Mientras Sevilla se paralizaba por acoger la Eurocopa y toda España se encogía de tensión el pasado martes en la tanda de penaltis de la semifinal contra Italia, otra selección española de fútbol se prepara. Una con aún más garra y empeño, conscientes de que nada se regala y los sueños hay que perseguirlos, porque todos sus jugadores utilizan en su día a día una silla de ruedas eléctrica. Se trata de la selección española de Powerchair Football, un deporte de reciente implantación en el país.

Cuatro jugadores del primer equipo de Sevilla, Isbilya PFC, fueron convocados el pasado 17 de junio para el primer entrenamiento en Jaén. Aunque uno de ellos no pudo ir por motivos de salud, Pep Panea; Joaquín Guerra, Fernando Guerra e Israel Corpas allí estuvieron dándolo todo. Un momento histórico para una selección recién creada, que trabaja por conseguir nivel, hacerse con las sillas adecuadas, y participar en la próxima eurocopa de Powerchair, clasificatoria para el mundial.

«Si yo hubiera tenido este deporte con 15 años, mi vida hubiera sido otra», confiesa Fernando, secretario y portero del equipo, «es la forma de sentirte uno más en un país tan futbolero». El Powerchair Football está orientado a grandes discapacitados y es básicamente fútbol en silla de ruedas a motor con una serie de reglas específicas para adaptarlo y para evitar que puedan hacerse daño. El Isbilya, además, es un club gestionado íntegramente por personas con discapacidad creado en 2016. La práctica de este deporte adaptado no solo incide positivamente en la salud de sus participantes, sino también en la promoción de valores tan importantes como la solidaridad, la educación y la inclusión social.

Fernando Guerra, de Dos Hermanas, tiene una distrofia muscular. Su hermano Joaquín, también en silla, lo acompaña en la Junta Directiva y en el equipo como defensa. «Circunstancias de la vida», responde ante esta coincidencia. Junto a ellos, el presidente y delantero, Israel Corpas; Pep Panea, vocal y mediocampista; Juan Soto, vicepresidente y portero; David Mesa, vocal y mediocampista; Ildelfonso de la Cruz, defensa y afincado en El Cuervo; y Manu Sánchez, delantero y el más joven del equipo con apenas 18 años. Ocho jugadores en la plantilla con un noveno siempre en mente, Rafa Lugo, cuya delicada salud no le permitía jugar pero se implicaba al máximo como responsable de prensa hasta su fallecimiento a principios de año.

El fútbol en silla de ruedas eléctricas aún no se considera un deporte oficial, aunque está camino de conseguirlo. La selección española ya está en marcha así como la Asociación de Clubes Powerchair Football España, con quien colabora la Real Federación Española de Fútbol. «Aquí en Sevilla en el Ayuntamiento nos conocen, hacemos exhibiciones, un torneo  y hemos tenido encuentros con el Sevilla y el Betis para varias iniciativas», cuenta Fernando. Además, la provincia de Sevilla cuenta con otro club en Mairena del Aljarafe, Sevilla Bulls. Aún así hasta que no logren ser deporte oficial no podrán acceder a ciertas ayudas. «Ahora mismo somos como un grupo de amigos que se han juntado a jugar a las cartas», aporta a modo de ejemplo. Ellos entrenan una vez a la semana en el polideportivo de Pino Montano.

Necesario el apoyo económico

Cada gasto corre a cuenta propia. Y lo que reúnen nos les alcanza para todo lo que necesitan. «Uno de los principales objetivos es tener sillas para los jugadores diseñadas para este deporte», cuenta, ya que estas solo se fabrican en Estados Unidos y rondan los 7.000 euros. Ahora mismo, utilizan sus propias sillas que adaptan con unas defensas de hierro que empujan el balón (tres veces mayor que el de fútbol convencional). «Las sillas sufren y se dañan y nos repercute luego en nuestra vida diaria fuera del campo». Otra gasto importante es el desplazamiento para la liga nacional, para el que necesitan un vehículo adaptado.

La liga es otro sueño cumplido. Aunque roto el mismo año. En 2019 arrancó la primera liga nacional de Powerchair Football pero tuvo que ser suspendida a causa de la pandemia. Y este año los entrenamientos han sido imposibles para evitar el contagio. La ilusión está puesta en el próximo septiembre cuando la liga se ponga en marcha de nuevo. «La camaradería, el celebrar juntos, todo eso hay que vivirlo», aporta Fernando. De hecho, otro de los sueños del Isbilya es dejar un legado para los niños sevillanos con discapacidad que deseen practicar un deporte en equipo.

Pero para todo eso necesitan fondos y patrocinadores. Una forma de colaborar es a través de la plataforma Teaming con una aportación de un euro al mes. También prestando el tiempo como voluntario. «Los voluntarios nos transmiten energía en las gradas, son parte del equipo», asegura el portero. Los voluntarios les ayudan a colocar los hierros en las sillas, a acomodar al público,  sirven como apoyo en los viajes al ser algunos jugadores más dependientes e incluso como entrenadores. Están encantados de recibir tanto a voluntarios y patrocinadores que quieran sumarse a la aventura, como a nuevos jugadores.

«Me quedo con la primera vez que ganamos un torneo en la ronda de penaltis», recuerda. También con la rivalidad con los Atómicos de Córdoba, club amigo y aliado. Fernando y sus compañeros, grandes futboleros, están felices porque el deporte que ellos practican toma fuerza. Mientras se hace oficial, ellos siguen compitiendo y disfrutando. Dejando atrás aquellos tiempos de colegio donde el resto de niños daban patadas a un balón y ellos solo podían verlos.  Ahora nada les impide dejar de ser espectadores y salir al terreno de juego, como deportistas natos.

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