Cruzcampo, más allá de la cerveza: un rayo de luz para el joven Fran en la búsqueda de un buen trabajo
Fran Montero hoy tiene un sueño y lucha por conseguirlo. Este joven de 23 años dejó la carrera de filosofía por la necesidad de tener ingresos. El pasado año, viendo entre fogones a los jóvenes alumnos de la Escuela de Hostelería de la Factoría Cruzcampo, asoció su pasión por la cocina con un buen futuro profesional. «Me acordé de mi infancia, de mi madre enseñándome sus recetas, de su bacalao dorado», cuenta.
La oportunidad de iniciarse en este mundo le llegó como regalo de Reyes Magos a inicios de este año, como sugerencia desde Cruz Roja. Junto con esta ONG, Fundación Cruzcampo ha puesto en marcha el curso «Técnicas básicas de cocina», gracias también a la aportación de los trabajadores de Heineken España a través de sus sindicatos CCOO y UGT.
Así, Fran junto con otros catorce compañeros están inmersos desde enero en esta formación, dirigida a menores de 30 años desempleados. Tras una parte teórica y otra de talleres, este último mes los aspirantes a hosteleros, con chaquetilla blanca y mandil negro, ponen en práctica lo aprendido en la cocina de la Factoría Cruzcampo, donde se escucha el bullir de grandes ollas y el olor que llega sabe a hogar. El resultado de sus elaboraciones no es baladí, porque conforma el variado menú para los trabajadores de las oficinas colindantes de Heineken. «Le enseñamos las bases de la cocina, desde manejar el cuchillo a limpiar un pescado o un ave», explica Carmelo Moreno, coordinador del curso, «y profundizan en una cocina muy tradicional y casera, con pucheros, croquetas o carne a la plancha».
Este curso se suma a la labor constante de la fundación Cruzcampo por dejar un impacto positivo en la sociedad mejorando la empleabilidad de las personas más vulnerables. Nace de forma pareja a otro curso en Madrid centrado en la iniciación en sala y desarrollado en colaboración con el programa Incorpora de la Fundación “la Caixa” a través de la Fundación Cepaim.
«Solo se va más rápido, pero juntos más lejos», asegura Regla Bejarano, directora de la Fundación Cruzcampo, en relación a la importancia de colaborar con otras asociaciones y fundaciones. Estos cursos se ponen en marcha este año con el amparo de un reconocido bagaje por parte de la fundación en cuanto a formación. Con una Escuela de Hostelería con más de 20 años de experiencia, la Fundación Cruzcampo creó tras la pandemia el programa de becas Talento Cruzcampo, que durante un año de clases abarca enseñanzas tanto de cocina, como de sala y de gestión de restaurantes. La iniciativa, con el objetivo de lograr la inserción laboral de los más jóvenes, es un éxito y el 95% de sus participantes ha encontrado trabajo de calidad. En la tercera edición, son 70 alumnos los que están sacando todo el partido a este programa educativo, que cuenta con tres meses de prácticas en restaurantes de todo el territorio nacional.
«El objetivo de estos cursos que hemos iniciado este año, aunque más cortos, es el mismo que el de Talento Cruzcampo, ayudar en la empleabilidad», aporta Bejarano, «y con clases fundamentalmente prácticas». Según indica su coordinador, en esta opción los alumnos parten de cero y ven la hostelería como una salida profesional en la que poder ahondar. «Venían con mucho interés, y por eso los seleccionaron, pero es ahora cuando se han dado cuenta de lo que son capaces», indica Carmelo Moreno. Así, Fran presume orgullo de haber podido deshuesar un pollo o de deslomar el pescado. «He preparado el caldo de verdura en mi casa y ha quedado espectacular», asegura con una amplia sonrisa.
Desde la Fundación Cruzcampo no solo se persigue la inclusión laboral, sino que esta sea de calidad. «Creemos que la manera de dignificar la hotelería es la profesionalización del sector», explica su directora. Y los hosteleros de Sevilla y del resto de España aportan su grano de arena para la consecución de este objetivo, ofreciendo sus restaurantes para las prácticas. «En el 60% de los casos, al finalizar éstas terminan ofreciéndoles trabajo a nuestros alumnos», indica Bejarano.
Precisamente la solidaridad entre compañeros es algo que se impulsa en esta escuela. «El ambiente no tiene nada que ver con la competitividad que te muestran en los programas de cocina, aquí nos sentimos entre amigos», asegura el joven Fran. De hecho, alumnos de Talento Cruzcampo no han dudado en ayudar a los iniciados en cocina del nuevo curso en el que participa Fran. «Al fin y al cabo el talento ayuda al talento», afirma Bejarano.
Por último, también la ciudad ayuda al proyecto social, no solo con el apoyo a la empresa cervecera, sino acudiendo a la micro cervecería de la Avenida Andalucía donde lo recaudado se destina a los proyectos de la fundación. Y donde se afanan en aprender sus alumnos. Fran, motivado, ya imagina un futuro disfrutando del trabajo. Quizás, en un restaurante vegano. «Me parece una salida muy divertida», aventura. En una sociedad donde los jóvenes ven el futuro negro, él acierta a ver un rayo de luz.