Cómo una persona con sordoceguera se desenvuelve en el Centro Santa Ángela de la Cruz
En el Centro Santa Ángela de la Cruz de Salteras viven 24 personas sordociegas y acuden a su unidad de día otras 20. Adultos que deben guiarse fundamentalmente por el tacto para desenvolverse en su día a día. Por ello, este centro de la Asociación Española de Familias de Pesonas con Sordoceguera (Apascide), el único centro residencial especializado en esta discapacidad en España, debe estar completamente adaptado para lograr el mayor nivel de independencia posible. Una zona rugosa en el suelo al cambiar de estancia, barandillas por los pasillos, o un azulejo en una puerta en concreto. Nada está puesto por casualidad.
La presidenta de Apascide, Dolores Romero, realiza un recorrido con Sevilla Solidaria por las instalaciones del Centro Santa Ángela de la Cruz para poner de relieve cada una de aquellas señales que para la mayoría pasarían desapercibidas y que son pistas comunicativas imprescindibles para lograr la autonomía. Lo principal a la hora de desplazarse por el centro es el uso de materiales distintos en el suelo en el cambio de una estancia a otra, algo muy sutil para el visitante que ve pero decisiva para el residente que no.
«No se puede cambiar nada de sitio, este cuadro por ejemplo cuando cruzan desde la puerta deben buscarlo y ya saben si deben ir a derecha o izquierda», indica Dolores señalando una pintura con círculos concéntricos de colores. A la derecha está la puerta que lleva a la sala del taller de mimbre. Al lado del marco de la puerta, como ocurre con las entradas de las demás salas, hay un letrero con letras en relieve y en braille. También varias manualidades que sirven como «anticipadores» tanto para quien lo palpa como para los que tienen algún resto visual.

Precisamente para quien conserva un porcentaje de visión, cada sala está relacionada a un color que predomina en ella. En la sala del telar abunda el rojo. Aquí, los materiales que se van a usar en el taller están situados en un lugar en concreto bien señalizado. Las estanterías marcadas con terciopelo contienen todos los materiales de trapillo y las que no, son las de lana. Por otro lado, el color también va marcado. La caja con un círculo es para todos los materiales rojos, «así los que están haciendo un telar en rojo pueden volver a por el mismo color al mismo sitio».
El aula de informática, representada por el azul, cuenta con equipos adaptados según el nivel de discapacidad de cada usuario. «Para los que puedan trabajar con ordenador, el técnico de rehabilitación de ONCE adapta este para cada uno, la pantalla, la letra, el color, el fondo...», indica Dolores. Y la adaptación continúa en la sala del taller de cerámica o en la del taller de cocina, siempre según el nivel de discapacidad de cada usuario.

Para que todo esto sea efectivo, las personas con sordoceguera residentes o usuarios del centro de día tienen que recibir una explicación previa. Las personas con esta discapacidad requieren una atención uno a uno, con una comunicación desarrollada generalmente a través de lengua de signos. La mayoría de las veces se trata de lenguaje de signos apoyado, con lo cual el profesional toma las dos manos del residente y hace con sus manos los signos de forma que el residente percibe los movimientos y la posición de las manos de su interlocutor. Así, la persona que les acompaña les explica el entorno, la situación de los objetos o describe las herramientas y los materiales con que se va a trabajar. Siempre con el objetivo de conseguir la mayor autonomía posible de la personas con sordoceguera.