Cinco pautas para hablar de discapacidad intelectual y física
A la hora de referirse, de manera hablada o escrita, a una discapacidad intelectual o física, hay que tener muy presente que no utilizar la terminología correcta puede llevar a confusiones, o imprecisiones. Además perjudica la imagen del colectivo sobre el que se vierten las ideas.
La Guía de Buenas Prácticas sobre Personas con Discapacidad elaborada por la Junta de Andalucía hace acopio de consejos para hablar de discapacidad intelectual y física. Éstas son las cinco recomendaciones destacadas por Sevilla Solidaria.
1. La discapacidad no se padece
Cuando se trata de discapacidad intelectual, así como ocurre con el resto de discapacidades, se recomienda la afirmación «personas que tienen discapacidad». No la sufren, no la padecen ni «están afectados».
2. Ser concretos
Hay que distinguir entre persona con discapacidad intelectual, persona con síndrome de Down (que hace referencia a una anomalía en el cromosoma 21) y persona con trisomía 21 (tienen un cromosoma extra en el organismo).
3. Evitar expresiones sobreprotectoras
Se deben «evitar términos sobreprotectores e infantiles». No hay, por tanto, que dirigirse a personas adultas como chicos, chicas, chavales, chavalas, etc.
4. Discapacidad física
En cuanto a discapacidad física, se deben evitar términos como «cojos, paralíticos o inválidos». En su lugar, se usa «personas con discapacidad física u orgánica, personas con discapacidad motriz o con movilidad reducida». Asimismo, se hablará de personas de talla baja o con acondroplasia
5. Usuario de silla de ruedas
Si la persona que tiene una discapacidad física usa una silla de ruedas, hay que evitar en todo momento afirmar que se encuentra «postrado en una silla de ruedas».