«El cáncer de testículo es el gran olvidado y queremos cambiar eso»
Ignacio Durán lleva cinco años en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, al que considera una referencia en el tratamiento del cáncer de testículo. Esta enfermedad ha quedado eclipsada por otras de más prevalencia, pero no por ello merece menos atención. Con el fin de difundir la importancia de su detección entre la sociedad y al mismo tiempo recaudar fondos para seguir investigando, ha capitaneado una iniciativa junto a un grupo de pacientes, un movimiento joven pero que aspira a tener un largo recorrido. Hace tan solo unas semanas organizaron una jornada deportiva bajo el título «El torneo de la pelota», la primera acción de un grupo que pretende dar que hablar. Por el momento están amparados por la Fundación Pública Andaluza de Gestión de Investigación en Salud de Sevilla, aunque no descartan iniciar su andadura en solitario y constituirse como asociación.
—¿Cómo es el cáncer de testículo?
—Es una enfermedad muy singular porque afecta a un segmento de la población que tiene entre 15 y 34 años y es altamente curable. De hecho es el paradigma de los cánceres curables porque hasta un 80% de los pacientes logran superarla, aunque sigue habiendo un 20% que no responde bien a los tratamientos existentes y eso representa un reto para la oncología médica, por lo que queremos seguir investigando.
—¿Por qué hay tanto desconocimiento sobre esta enfermedad?
—El cáncer de testículo es el gran olvidado y queremos cambiar eso. La población no está concienciada porque la enfermedad tiene una baja prevalencia (unos 800 casos nuevos al año en España) y ha quedado un poco relegada a la hora de otorgar recursos para seguir avanzando en la investigación. Esas fueron las motivaciones que nos llevaron a crear esta iniciativa.
—¿Qué síntomas presenta este tumor?
—Es importante que la sociedad sepa reconocerlos. El principal síntoma es la aparición de un bulto en el testículo, en muchos casos indoloro. Nada más detectarlo hay que acudir al médico, algo que no siempre es fácil porque existe miedo, vergüenza o desconocimiento. No es extraño que sea la familia o la pareja del enfermo quien le convenza para acudir a un médico. Una vez diagnosticado, si el tumor está muy localizado se practica una cirujía y si está diseminado se aplica quimioterapia. Suelen ser chicos jóvenes y tienen que enfrentarse a secuelas como la caída del cabello, las náuseas y el cansancio, y tratamos de hacer ese camino con ellos. Tenemos un programa de vigilancia activa para controlar si se reproduce el tumor y eso nos hace estar en continuo contacto con los pacientes, que se sienten más apoyados.
—¿Qué respuesta tuvo el torneo solidario de hace dos semanas?
—Fue un primer paso humilde pero muy importante para los pacientes, que se sintieron representados y pudieron compartir sus inquietudes. Durante un día desmitificamos lo que supone ser un paciente con cáncer y ellos tuvieron un reconocimiento. Hubo muchas donaciones para que sigamos investigando y queremos repetir el año que viene.
—¿En qué se centran dichas investigaciones?
—Tenemos abierta una línea en el IBIS centrada en analizar el comportamiento genético y molecular de los casos que se resisten al tratamiento, con el fin de buscar un punto débil con el que atacar a los tumores más complejos. Queremos que esta línea de estudio sea de impacto nacional, para lo que estamos en contacto con el Grupo español de tumores germinales.
—¿Existen factores de riesgo para desarrollar la enfermedad?
—Haber tenido criptorquidia (que no baje el testículo en la niñez), tener un familiar que haya tenido ese tumor y haberlo padecido anteriormente.
Contacto: fatima.fernandez.exts@juntadeandalucia.es.
Donaciones: www.filacero.org/torneo-benefico-la-pelota/