«Solo del programa Incorpora hemos logrado 286 inserciones laborales en 2017»
El centro Sor Eusebia, de la Fundación Mornese, no solo es el hogar de las Hijas de María Auxiliadora, es también la casa de cada una de las personas que pasan cada día por sus instalaciones para crearse un futuro mejor. Un total de 2.700 personas en riesgo de exclusión social, en su mayoría del barrio de Su Eminencia, se han beneficiado de sus proyectos el pasado 2017.
—¿Cómo y cuándo surge la Fundación Mornese?
—Nace en 1998 en Jerez de la Frontera y en 2004 empieza a desarrollar su actividad en Sevilla con el taller de corte y confección y el de informática.
—¿Cuál es el perfil del beneficiario?
—Son personas en riesgo de exclusión, focalizándonos en niños y jóvenes, sin olvidar otros dos grupos de vulnerabilidad: las mujeres y los inmigrantes.
—¿Qué proyectos desarrolla la fundación actualmente?
— Tenemos proyectos en tres áreas de actuación: menores, inserción laboral e inmigración.
—¿Cómo es el trabajo con los menores?
—Tenemos el gran paraguas del programa CaixaProinfancia que consta de refuerzo educativo, apoyo psicológico, tiempo libre, y colonias y campamentos de verano.
—¿Y la inserción laboral?
—Desarrollamos el programa Incorpora de la Caixa donde ayudamos en la búsqueda de empleo, con una colaboración estrecha con las empresas, y acciones formativas propias. Contamos con un curso de corte y confección, otro de auxiliar de geriatría y uno de polimantenedor para chavales que vienen del fracaso escolar.
—Estáis en contacto directo con la realidad
—Sí, todos nuestros proyectos tienen detrás una situación real que nos descubrió una necesidad a la que teníamos que dar respuesta. Como los chicos que veíamos sin más futuro que estar en la calle, para ellos ideamos el curso de polimantenedor.

—¿Y se ven resultados?
—Solo de Incorpora hemos conseguido 286 inserciones laborales, y 36 personas han creado su propia empresa. Y en el curso de geriatría, por ejemplo, las 14 mujeres que han terminado este diciembre están todas trabajando en el sector.
—¿Cómo es el trabajo en el área de inmigración?
—Hay mucha población inmigrante en el barrio, la mayoría de Marruecos, aunque atendemos a 38 nacionalidades distintas, lo que supone un 37% de los usuarios de esta casa. Pueden acceder a cualquier proyecto si cumplen los requisitos, aunque hay proyectos específicos para ellos, como alfabetización, mediación familiar, inserción social para la mujer inmigrante, mediación sanitaria o el proyecto Boabab para la atención integral. De todas formas, nuestro ojito derecho es el piso de inmigrantes.
—¿En qué consiste?
—Es un piso de emancipación para jóvenes subsaharianos de 18 a 25 años, donde se trabaja de manera muy individual durante un año aproximadamente. El problema es que la Junta de Andalucía nos ha retirado la ayuda que nos prestaba y tenemos que idear cómo mantenerlo a flote.
—¿Cómo se financia la fundación?
—Básicamente a través de convocatorias públicas y privadas, además de apoyos de hermandades.
—¿Cómo es la relación entre culturas?
—Muy buena. Nos felicitan la Navidad y cuando llega la fiesta del cordero salimos afuera donde hacen su oración. Hay mucho respeto.
—¿Con qué historias te quedas?
—Son tantas... La más reciente la de un chaval del piso de inmigrantes al que han contratado por un año, con su documentación en regla y a punto de independizarse. O todas las madres que ahora vienen de voluntarias.