¿Qué historia solidaria hay detrás del curioso banco de madera de la calle Feria?

Pasando el mercado de abastos, junto a la librería El Gusanito Lector, hay un banco de madera y una pizarra sobre él, que ya se han convertido en paisaje conocido de la calle Feria. «En este BanKo sí se puede confiar», está grabado con cierta guasa en el respaldo. Y la pizarra acumula a tiza los deseos de los transeúntes que se animan a sincerarse. ¿A quién pertenece este trocito de buena voluntad? La puerta colindante da paso a un hogar donde conviven 11 personas que antes malvivían en la calle. Se trata de la Asociación Voluntariado social y ecuménico Cristo Vive. Su presidente, Joaquín Moreno, la fundó hace treinta años abriendo humildemente su estudio de arquitecto técnico a quien necesitara hacer noche.

La mayoría son españoles, aunque también viven aquí actualmente una persona nigeriana y otra búlgara. Una sucesión de malos acontecimientos les llevó a la calle. Algunos por culpa de las adicciones, aunque otros llegaron al alcohol y otras drogas después, para evadirse de la cruda realidad. En estos treinta años, el cambio más evidente que ha visto Joaquín Moreno en las personas que han pasado por la asociación es que el alcohol ha dado paso a drogas más duras, que el número de mujeres sin hogar ha crecido, y que el nivel educativo de la mayoría ha aumentado. «Llama la atención cómo cada vez acuden a nosotros más personas con estudios universitarios, algo que en otro tiempo no hubiéramos imaginado, por aquí han pasado varios periodistas ya», indica Joaquín. Prueba de que cualquiera puede verse en su situación.

Aunque afuera llueve, tras la puerta de la calle Feria se llega a un salón cálido y, tras él, a una comedor donde los platos y cubiertos ya están dispuestos en la mesa. Un guiso está listo en la cocina, que en este momento huele a patatas fritas, porque Juan Carlos está preparando una tortilla para la noche. Él es uno de los acogidos, que lleva poco más de un mes en esta casa. Juan Carlos se muestra esperanzado porque comienza unas prácticas laborales tras un curso de auxiliar de cocina. Confiesa a Sevilla Solidaria que estar en la calle lo llevó al alcohol, pero es ya un año el que lleva sobrio. Ahora se centra en conseguir un contrato tras las prácticas y, si no, ya tiene en mente otro curso. «Me di cuenta de que la vida vale la pena vivirla, quién me iba a decir que iba a hacer todo esto cuando estaba metido en el alcohol», confiesa.

Juan Carlos entra en la asociación / L.A.

Juan Carlos entra en la asociación / L.A.

«Siempre están a la búsqueda de trabajo», indica el presidente. «El problema es cuando se presentan en una empresa con los últimos años vacíos. Pero no es imposible», augura. Como Juan Carlos, otro de los acogidos ha comenzado a trabajar recogiendo la aceituna. Cuando consiguen un empleo, comienzan a aportar una parte a la comunidad, y cuando su situación les posibilita la independencia dejan su plaza para que la pueda ocupar otra persona.

«Los que están en esta casa deben mantenerla con todas las labores como la compra o la cocina. Además, es obligatorio ir a determinadas actividades como los talleres del Ayuntamiento, o los nuestros como el de yoga o las clases de español», indica Joaquín Moreno. La asociación cuenta además con un piso tutelado en Sevilla Este cedido por Emvisesa, con cinco plazas, dos de ellas para mujeres.

Un sueño que tomó forma

Se trata este de un sueño que comenzó en la cabeza de Joaquín Moreno hace más de treinta años tras ver cómo acudían uno tras otro personas sin hogar a pedir algo de dinero cuando él se encontraba con los amigos tomando una cerveza. «Cuando les preguntábamos qué necesitaban nos decían “siempre consigo algo de comer, el problema aparece cuando llega la noche”», recuerda. Esta frase lo marcó profundamente. Y no se quedó con los brazos cruzados. Entendía que no podía llevarse a nadie a su casa con su familia pero cerró el estudio desde donde trabajaba de arquitecto técnico -pasando a atender a los clientes por teléfono- y lo abrió para quien lo necesitara.

Desde entonces numerosas personas se han ido sumando a la causa. Y los proyectos se han ido sucediendo según lo que las necesidades marcaban. Una casa para enfermos de sida, una casa de ancianos, la actual Fundación Nueva Tierra o la Asociación Banko -a la que se refiere el banco de la calle- creada para ofrecer desinteresadamente ayuda a quien la necesitara. De manera que la asociación siempre ha seguido viva. Joaquín Moreno está convencido que debe haber algo en el universo que los provee. «Sí, esa providencia existe. En Navidad, por ejemplo, nos hemos llegado a encontrar comida en la puerta cuando más falta hacía», indica a Sevilla Solidaria. Cada una de las personas que se rehabilitado en esta casa, son prueba de ello.

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