Jóvenes Solidarios

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«Mi verano comienza de voluntario en el campamento, desconectando de todo»

El joven Álvaro repetirá este julio la experiencia de ayudar a los chicos con discapacidad de la Asociación Sevillana de Espina Bífida en la semana más importante para ellos

Cuando el pasado año, un amigo le recomendó a Álvaro Casaus ir de voluntario al campamento de verano de la Asociación Sevillana de Espína Bífida, este joven de San José de la Rinconada no había escuchado hablar nunca de esta afección. Llegó a casa y lo buscó en "Google", días más tarde fue a informarse a la propia asociación sobre esta malformación congénita en la columna vertebral que puede desembocar en varios grados de discapacidad.

Pero hasta que no vivió la experiencia, hasta que no conoció a la docena de campistas que iban a aprovechar al máximo la desconexión en el campamento, no lo entendió todo. «Cuando llegué el domingo a casa de mis abuelos, solté las maletas y me eché a llorar, nunca me había sentido tan realizado, me habían acogido como uno más», confiesa a Sevilla Solidaria. A Álvaro le impactaron dos cosas. Por un lado, la determinación de estos chicos, la sonrisa perenne, la ausencia de una sola queja, a pesar de su discapacidad. Y, por otro, cómo lo arroparon, hasta el punto que aquellos días forjaron una amistad que hoy día continúa.

 

 

«Los voluntarios son para nosotros imprescindibles», explica Encarni Mateo, tesorera de la Asociación Sevillana de Espína Bífida y hermana de una afectada, «hay años que hemos llegado al verano sin ninguno y han sido los padres los que han tenido que ir», cuando el objetivo de la actividad es ser un respiro familiar para ambos. Es Encarni la que se encarga de informar al voluntario previamente de sus labores, con las que también ayudan en el aseo y en el baño en apoyo a las enfermeras que están presentes. «Somos muy claros desde el principio, porque son las necesidades de estos chicos», explica. Durante el día, las actividades se suceden: baloncesto, piscina, juegos...

A principios de julio cogerán de nuevo las maletas y se montarán en el autobús destino a Mollina, en Málaga. «Es subirse y son otras personas, se desinhiben», cuenta Encarni. Y es precisamente eso lo que busca durante todo el año esta asociación, ya que la vida social de los afectados se ve muy mermada.

«Desde el verano pasado mantenemos el contacto por WhatsApp», cuenta Álvaro, que se ha apuntado cada vez que ha podido a salidas de ocio con los chicos, «y ya llevan un tiempo diciéndome que ni se me ocurra faltar al campamento este año». Divertido, Álvaro nota el cariño que se ha creado. No duda que el comienzo de sus vacaciones será con ellos: «desconectaré para conectar con lo que realmente me aporta, hacer un voluntariado en condiciones»

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