«Los jóvenes aprecian que cuente lo que se supone tabú de lo vivido sobre adicción, salud mental o sexualidad»

Nuria Urcelay compartirá su historia de superación el próximo 1 de diciembre en el Congreso Lo que de verdad importa

Tras pasar muy joven por problemas de adicciones y salud mental, Nuria Urcelay hoy, con 29 años, se dirige a los jóvenes en charlas y conferencias para contar su propia historia de superación. Para explicarles cómo reconocer que se necesita ayuda y cómo agarrar la mano de quien te la tiende. Cuando acumulaba años encerrada en una burbuja de la que no dejaba salir sus sentimientos y había tocado fondo, los testimonios de otras personas que habían pasado por lo mismo le ayudaron a salir. Aunque no fue fácil, se abrió  a su familia y amigos y fortaleció  los vínculos. Una vez que lo hizo todo fue a mejor. Distinguió cuáles eran sus sueños y se centró en ellos. Volviendo a quererse y ayudando a otros a hacerlo. El próximo 1 de diciembre participará en el Congreso Lo que de verdad importa en el Palacio de Exposiciones y Congresos.

¿Cuándo comenzaste a contar tu historia a otros?

Hace tres años, empecé a exponer mi historia de forma más privada, colaborando con el organismo que me había ayudado a mi y en colegios. Pero ha sido este año cuando aumentó el público de mis charlas con formatos más grandes. La próxima semana pegaré el salto en Sevilla.

¿Qué significa para ti participar en LQDVI?

Me siento muy agradecida. Para mi es una oportunidad enorme poder contribuir con mi experiencia en una fundación que tiene una misión tan bonita como  impactar en los jóvenes. Tengo muchas ganas.

¿Y por qué lo haces?

Yo llevaba mucho tiempo de aislamiento emocional, muy retraída y sin dejarme ayudar, cuando vi el ejemplo de otras personas. Gracias a ellos pude superar mis propios obstáculos. Y pensé que si me había abierto gracias a ellos, lo mío tenía que compartirlo también.

¿Qué respuesta recibes de los jóvenes?

Tengo la oportunidad de compartir mi historia siendo joven, así que por similitudes les interesa. En una de mis primeras charlas fui  junto a dos personas mayores que yo, de más 40. Yo tenía en ese momento 26 años. Me di cuenta de cómo el nivel de atención cambiaba mucho de una ponencia a otra porque les hablaba de redes sociales y aspectos que los adolescentes tienen muy en el día a día.

¿Hay un feedback? ¿Qué te llega de ellos?

Lo que aprecian los jóvenes de mi charla es que cuento la historia en detalle. Explico con pelos y señales lo que se supone tabú sobre la salud mental, la sexualidad o el consumo. A veces las personas se sienten avergonzadas de haber llegado a ciertos lugares y no se atreven a contarlo. No verbalizarlo crea una inflamación por dentro, culpa, vergüenza. Poder visibilizar y normalizar eso a la gente le impacta, porque se identifican con ello.

¿Y cuáles son las preguntas que más te hacen?

La duda que más se repite es cómo decir no a todo lo que te hace daño. Siempre contesto que para decir no, debes decir sí a otra cosa. Pueden ser los sueños, las habilidades o los dones. Reforzar potencial es como una probeta, sube eso y baja lo otro.

Cuantas tu historia, ¿cuál es?

No compartir con mi familia y mi entorno lo que me estaba pasando, me llevó a tomar una serie de malas decisiones. A los 18 me fui de mi casa a vivir a Londres. Venía arrastrando bastantes problemas con la alimentación, con el alcohol, la fiesta, las redes sociales... y en Londres explotó. Caí en un encierro. Fui acumulando más malestar hasta que a los 21 años toqué fondo por todo el desorden que me había llevado las adicciones y tener problemas de salud mental.

¿Qué pasó entonces?

Volví a España y tuve un momento de crisis, donde me jugaba la vida por mi propio proceso interior, que estaba completamente cuesta abajo. Desde ahí, me pude dejar ayudar por mi familia, que siempre me ha acogido y he aprendido a valorar eso. A partir de ese punto, fui reconstruyendo mi vida poco a poco. Obviamente no ha sido un proceso lineal. De los 21 a los 26 todavía seguía en adicción activa, era todo intentar construir y se me caía. Pero a los 26 todo empezó a cambiar, con una base más sólida. Desde entonces, me he centrado en mi propósito de ayudar a las personas, de tener buenos vínculos con mi familia y conmigo misma. Todo gracias a la ayuda que me han ofrecido y a levantarme una y otra vez cada vez que me caía.

Para decir no, ¿le dijiste sí a ayudar a otros?

Exacto. Por un lado tengo el propósito de ayudar a otros y salirme de mi propio egocentrismo. Y, además, por otro, trabajé en reconstruir mi autoestima, porque debido a mis adicciones se ha ido minando. No he seguido el clásico camino de ir a la universidad tras el colegio y luego conseguir un trabajo. Pero aprendí a darle la vuelta a eso, me di cuenta que justamente todo lo que me hace diferente es lo que me hace única.

¿Los jóvenes se interesan lo suficiente por la salud mental?

Creo que las nuevas generaciones vienen muy despiertas en este sentido. Hay un interés genuino de los jóvenes por conectar con su entorno, poder ser ellos mismos, y eso en mi opinión tiene que ver con el bienestar de uno. Al mismo tiempo,  hay mucha exposición a cosas que nos desordenan y mucho caos en cuanto a lo que me va a hacer bien y no. El hogar o el colegio debe apoyar la originalidad o las opiniones diferentes, porque potenciará la autoestima.

Qué visión de futuro tienes ahora.

Ahora mismo sigo en proceso de ordenar mi vida, no te voy a mentir. Estoy muy contenta de haber llegado a tener vínculos fuertes con mi familia, también de sentirme bien conmigo misma. Aprovechar lo que se me ha dado, esa experiencia de superación personal, para llegar a otras personas y poder ayudar a mi entorno. Estoy muy centrada en el desarrollo personal, y a la vez soy creativa y artista, enfocada en la danza. Quiero seguir por ese camino.

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