«Las mascarillas son un problema más para las personas sordas»

Contar con intérpretes en lengua de signos es la mayor demanda del colectivo, para el que, con las mascarillas y la imposibilidad de leer los labios, la problemática en la comunicación se agrava en esta pandemia

¿Cómo ir al médico, a realizar unas gestiones en el Ayuntamiento o participar en una reunión en el colegio de tu hijo sin ser capaz de oír la voz de quien quiere comunicarse contigo? Una persona sorda tiene esta barrera. Sin intérprete de lengua de signos no hay conversación. Algunos, eso sí, podían llevar a cabo una vida normalizada a base de leer los labios. Hoy día, con el azote de la pandemia y la obligatoriedad de las mascarillas, este recurso desaparece y se sienten desamparados.

Desde que la Asociación Centro Cultural de Personas Sordas Torre del Oro de Sevilla se fundó hace 30 años, sus socios luchan por contar con una intérprete en lengua de signos todo el año que les facilite la comunicación. Ahora, sus reclamaciones tienen más urgencia que nunca.

Su presidente, Antonio Sánchez, atiende a Sevilla Solidaria gracias a la mediación de la trabajadora social de la entidad, Beatriz, y la participación en la entrevista de la intérprete en lengua de signos, Eva. Las dos profesionales desarrollan su trabajo desde septiembre tras un parón en la contratación por parte de la asociación al no contar con las subvenciones que lo permiten.

—¿Ante la problemática de las mascarillas cuál es la solución?

—Hemos visto mascarillas trasparentes pero aún no están homologadas. De todas formas, nuestra petición siempre es la interpretación en lengua de signos. Me he reunido con diferentes grupos políticos para que entiendan nuestra realidad. Comprendo que la preocupación principal es la salud, pero un poco de atención sí que debería corresponder a nuestra comunidad

Beatriz es la intérprete durante la entrevista

—¿Cuál es el problema que supone la mascarilla?

—Para quienes podemos leer los labios, ya es imposible la comunicación. A quien la tiene le pido que se la baje. Unos aceptan y otros no, lo entiendo perfectamente. Es complicado. Por ejemplo, el secretario de la asociación es funcionario, profesor de informática en un instituto, es hipoacúsico y lee los labios bastante bien. Pero ahora por el Covid sus alumnos llevan mascarilla. Él habla bien pero no puede entenderlos. Ha pedido que se adapte su trabajo, porque le dificulta mucho las clases.

—¿Qué otras situaciones se ven afectadas por la falta de comunicación?

—Si vas al médico, en una reunión de la comunidad, con un abogado, para una reunión del colegio, un banco... Yo he solicitado a la Junta de Andalucía que intérpretes estén presentes en los hospitales, porque si eres oyente escuchas las señales que te avisan pero no hay ninguna adaptación para las personas sordas. Podría haber una pequeña oficina para la atención de este colectivo. Las familias a veces acompañan a las personas sordas, pero hablan una lengua de signos básica, muy primitiva y dan la información a medias. Esto también pasa con las oficinas de la administración. El otro día fui al Ayuntamiento y había un cartel indicando que había que pedir cita, pero luego veo que todas las citas son telefónicas.

Antonio Sánchez es presidente de la asociación desde 2012

—No todas las personas sordas pueden leer los labios...

—Todas las personas sordas no somos iguales. Yo, por ejemplo, soy hipoacúsico, escuchando algo y leyendo los labios puedo entender. Hay otras con una sordera más profunda que la mía. Quien puede leer los labios y quien no. Incluso hay personas sordas que si les escribes lo entienden y quien no es capaz de comprender bien la lengua escrita.

—¿Cuál es la labor de vuestra asociación?

—Algunos meses, mediante subvenciones, contamos con una trabajadora social y una intérprete. Gracias a esta última podemos tener la información completa si vamos un médico, por ejemplo. Ofrecemos asistencia social y hacemos conferencias informativas. Además, también somos una asociación cultural. Organizamos viajes, torneos de tenis o pádel, jugamos al dominó, a los dardos... Aunque ahora todo esto último está parado y no podemos contar con nuestro punto de encuentro.

Antonio Sánchez, junto a Beatriz y Eva, trabajadora social e intérprete, respectivamente

—¿Con qué financiación contáis?

—Esa es siempre nuestra lucha. Tenemos subvenciones públicas intermitentes que no nos llegan para contratar a la trabajadora social y la intérprete para el año completo.

—¿Cómo debe actuar una persona oyente para facilitar la comunicación?

—Con un poco de lengua de signos se mejora mucho. Antes impartíamos cursos aquí. Si no, que miren a la cara, vocalicen, hablen despacio y muevan muchos las manos para apoyar la información hablada.

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