El amor de un grupo de madres que logró en La Algaba la inclusión de sus hijos con discapacidad

Adisal es una asociación creada por familiares para atender a personas con discapacidad física e intelectual y fomentar su integración

Hartas de tener que salir de La Algaba para que sus hijos con discapacidad tuvieran una atención de calidad, un grupo de madres y familiares decidieron en 2004 crear una asociación en el pueblo que diera respuestas a todas las necesidades que estos chicos requerían: Adisal. Su presidenta, Antonia Bazán, no imaginaba hasta donde llegarían en estos 15 años.

—¿Cómo fueron esos primeros momentos?

—En el pueblo nos conocíamos casi todas porque o bien nos veíamos en el médico o en los parques con los niños, y el tema de conversación siempre era el mismo. Hasta que nos decidimos a dar el paso e hicimos correr la voz. La verdad es que todas conectamos desde un primer momento y seguimos muy unidas. Tratamos de ayudarnos y el problema de una familia es el de todos. Esa unión es lo que nos hace más fuertes, nos tratamos con cariño y, sobre todo, vemos felices a nuestros hijos.

—¿En qué situación está tu hijo?

—Francisco tiene 24 y una discapacidad severa, es gran dependiente. Entiende un poco pero no habla y hay que darle de comer. Mi vida y la de su padre están completamente dedicadas a él, pero nuestra satisfacción es verlo cada día a nuestro lado.

—Si no llega a ser por la asociación...

—Tanto mi hijo como los demás estarían destinados a un destierro. Una vez que saliera del colegio fuera de La Algaba tendría que ir también a un centro fuera del pueblo. Todos los padres con un hijo con discapacidad tememos el día que no lo podamos cuidar pero ¿y si además no pudieras ni verlo porque no puedes desplazarte?

—¿A cuántos usuarios atiende la asociación?

—Son más de 100 usuarios con todo tipo de discapacidad, desde el más pequeño con 1 año y medio al mayor con 82. Tenemos las puertas abiertas para todo el que necesite nuestra ayuda.

—¿Qué servicios ofrecéis?

—Tenemos durante todo el año terapias adaptadas a las necesidades de cada niño como logopedia, fisioterapia, apoyo escolar, habilidades sociales, psicoterapia, sistemas de comunicación, atención temprana e hidroterapia.

—¿Cuáles están enfocados a los usuarios adultos?

—Nuestro gran logro enfocado a la integración fue comenzar hace cuatro años con el Programa de Transición a la Vida Adulta para mayores de 17 años. Y tenemos prácticas laborales en diferentes ámbitos del Ayuntamiento, como urbanismo, servicios sociales, guardería municipal o el colegio. Además, contamos talleres formativos como jardinería, alfarería, costura o informática. Estas navidades hemos expuesto sus trabajos en un belén en el centro del pueblo que ha sido todo un éxito.

—¿Contáis con ayuda de voluntarios?

—Son fundamentales. Sobre todo para las salidas de respiro familiar, no solo salimos por el pueblo sino que vamos a la playa o a otros lugares. En Semana Santa hemos tenido la Operación Torrija, y han estado locos de contentos viendo cofradías, tapeando en lugares clásicos de Sevilla como la Alfafa o merendando por el entorno de la catedral. Y en Navidad tuvieron la Operación Polvorón para visitar belenes, pasear por las calles alumbradas o merendar dulces típicos.

—¿Cómo es la integración en el pueblo?

—El pueblo se volcó desde un primer momento. Han visto visto cómo las madres hemos trabajado, conocen a nuestros hijos, y nos valoran mucho. Así que siempre nos apoyan en todos los eventos que organizamos como cuando en carnavales celebramos nuestra primera «croquetá». Hay usuarios que son independientes y van y vienen por el pueblo haciendo su vida. La Algaba los acoge y esa seguridad se la traslada a la familia.

Comentarios