Jóvenes Solidarios

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«Aunque por el Alzheimer no se acuerden de mi, empiezan a saludarme con más confianza»

Marina Millán, de tan solo 17 años, acude cada jueves como voluntaria a la Asociación de Familiares de personas enfermas de Alzheimer y otras demencias del Aljarafe

Cuando Marina Millán acude cada jueves por la tarde a la sede de la Asociación de Familiares de personas enfermas de Alzheimer y otras demencias (AFA Aljarafe) sabe que allí no la recordarán. Que los siete u ocho mayores que allí acuden volverán a preguntarle seguramente su nombre.  Pero ella siente que en los cinco meses que lleva yendo, se ha creado una conexión de la que ni siquiera ellos son conscientes. «Empiezan a tener más confianza, a saludarte de otra manera, a hacer más bromas...», cuenta esta joven de 17 años, estudiante de un grado medio de marketing.

Marina quería conocer otra realidad, ayudar a los demás, sentir que es útil. Y decidió aclararse las ideas en una jornada de voluntariado en la Fundación Cajasol. Allí conoció a AFA Aljarafe. Su relación desde pequeña con el Alzheimer a raíz de su abuela, ya con esta enfermedad en un estado avanzado, la hizo detenerse en esta entidad.

Aquí la acogieron con los brazos abiertos, ya con idea de comenzar a impartir talleres también por la tarde, algo que vienen haciendo desde hace tres meses. «Un granito de arena para nosotros es una montaña porque con nuestros usuarios tenemos que tener siempre mil ojos», explica Diana Montiel, coordinadora de AFA Aljarafe, «Marina además es la más joven de los ocho voluntarios con los que contamos». Desde los 17 años de Martina a los 60 del voluntario mayor, el grupo es heterogéneo, y aún pequeño para todo el apoyo que necesitan en los talleres, más amplios por la mañana donde acuden cerca de 30 usuarios.

Marina se desplaza todas las tardes de los jueves desde el barrio de La Macarena hasta San Juan de Aznalfarache. Allí orienta a los usuarios con las fichas que les prepara la neuropsicóloga, así como con los ejercicios que van realizando en las tablets. Y ellos se dejan guiar. «Todos son un amor, la verdad», cuenta con cariño la voluntaria aunque se detiene en una de las usuarias en concreto. «Cuando me pregunta por mi nombre, porque me lo suele preguntar varias veces, siempre me dice que su hermana se llamaba Marina», explica la joven, «ella siente como esa conexión y yo con ella porque se parece mucho a mi abuela y se llama como mi abuela». Marina por fin siente que ayuda, y reconoce que acudir cada jueves también le ayuda a ella.

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