Un lugar de sosiego dentro de las Tres Mil Viviendas

Las hermandades de Sevilla procuran, a través del Proyecto Fraternitas, ocio, formación y orientación para los más necesitados del Polígono Sur

El Polígono Sur es un barrio donde la exclusión social y la marginación están presentes, y donde muchos de sus niños no acuden al colegio e incluso pasan hambre. Pero no es un barrio olvidado. No por las Hermandades y Cofradías de Sevilla. Juntas hacen posible que haya un lugar donde los que allí viven puedan tomar un respiro y pedir ayuda para avanzar. Así, en torno a la Parroquia Jesús Obrero, atendida por los Salesianos, y al Centro Infantil La Providencia, en manos de la congregación Jesús y María, el Proyecto Fraternitas hace posible que familias puedan comer y dejar a sus hijos en un ambiente de ocio sano.

«Cuando llegamos aquí la barriada no contaba con servicios de basura, ni con presencia policial, autobuses o correo. La parroquia estaba desbordada, así que nos pusimos al servicio de Cáritas y procuramos material a los talleres que ya estaban montados y a la tienda de ropa usada», cuenta Maruja Vilches, coordinadora del Proyecto Fraternitas, sobre los inicios de esta institución en 2008.

A partir de entonces se volcaron en dar una alternativa de ocio a los jóvenes, en paliar el absentismo escolar y en procurar una formación. Así, nacieron talleres nuevos, como los de informática y de electricidad, y las clases de apoyo. Voluntarios del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla dan clases de apoyo lunes, martes y jueves. En la actualidad, los niños que acuden pueden incluso merendar allí, gracias a la aportación de la Fundación Cajasol. Un acto fundamental en un barrio como Las Tres Mil Viviendas. «Ahora mismo tenemos un brote de desnutrición en niños pequeños y estamos pidiendo leche maternizada», indica Maruja.

La labor de Cáritas

Entre todas las acciones que se llevan a cabo en este rincón de la barriada Murillo y que se aplican a las zonas de máxima marginación, como son Las Letanías, el Proyecto «es el ángel tutelar de cada uno de los proyectos porque nosotros colaboramos allí donde nos necesitan». Cáritas es una pieza fundamental en este engranaje. A través de sus voluntarios, se revisan los casos de quienes acuden, se visitan sus casas para comprobar cómo viven y se mantiene un seguimiento de cada familia.

«Me enganchó desde el primer día que vine, a pesar de lo duro que es esto porque tratas constantemente con personas muy necesitadas», revela José Jesús Márquez, voluntario que se encarga de la «acogida», es decir, la entrevista a las personas que llegan a la parroquia buscando ayuda. Además José Jesús también lleva los archivos donde recoge con detalle cada caso.

Lola y Emilia Maza son dos hermanas que también echan una mano en la parroquia. Ellas visitan a las familias en sus propias casas para saber de primera mano la situación en la que viven y si hay algún problema más urgente que los que relatan los afectados, como ocurre frecuentemente con el absentismo escolar de sus hijos. Ellas aseguran que ven resultados en su trabajo. «Hemos colocado a señoras en casas para trabajar porque veíamos que prometían y siguen en su puesto», ejemplifica Lola, «eso es una satisfacción enorme».

Talleres en el Centro Social Don Bosco

Todos agradecen el esfuerzo tomado por el Proyecto que dirige Maruja para ayudarles. También en el Centro Social Don Bosco, de la Fundación Don Bosco, que, situada desde 2011 junto a la parroquia Jesús Obrero, recibe materiales del Proyecto para sus talleres, que cada vez son más numerosos y de mayor envergadura. Sin ir más lejos, el de corte y confección ha dado lugar este otoño a la primera Central de Moda Ética de Andalucía, con mujeres en riesgo de exclusión de la zona como empleadas.

Talleres de formación, ayuda en la búsqueda de empleo, entrega de alimentos, orientación. Son acciones tan necesarias y que muchos voluntarios hacen posible. Tampoco se olvidan de los jóvenes, criados muchos en un ambiente difícil. Cuando las hermandades comenzaron con el Proyecto, ante las propuestas de ocio que se les hicieron como programa de prevención, los jóvenes se interesaron por el deporte y  también por la Semana Santa. La parroquia cuenta ya con dos cuadrillas de costaleros para la Virgen de María Auxiliadora y para Don Bosco. Así como con una escuela de música y con ella la Banda de Cornetas y Tambores Fraternitas. Cada Hermandad apadrinó a un músico, le regaló su instrumento y le costean el sueldo al profesor de música. «Lo próximo, el uniforme», adelanta Maruja.

«Mucha gente no sabe lo que es el Grupo Fraternitas pero hay tanta gente que hace tanto por los demás», explica Lola entre los papeles de las personas a las que irán a visitar. «Raro es la Hermandad que un día no llama acordándose del Proyecto Fraternitas y colaborando con todo aquello que ellos puedan dar según su medida» continúa Maruja, agradecida. Se emociona explicando todo lo que consiguen en este rincón de las Tres Mil pero no olvida apuntar que aún necesitan más manos, y que todo aquel que se acerque a ayudar con ellos, será bienvenido.

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