Tras estos viveros de Mairena no se aprecia discapacidad sino un sinfín de posibilidades

La Asociación Aspanri-Aspanridown cuenta con un centro ocupacional en los viveros donde 70 jóvenes con discapacidad se forman para lograr la integración laboral

A Melodía le gusta, de entre todas las que cuida cada día en los viveros, la planta verbena. Su flor puede encontrarse en muchos colores, pero ella prefiere el rosa. Coge con mimo una de las macetas de las más de diez variedades que hay para mostrarla. Y olerla. Melodía, con 28 años, acude al centro ocupacional de la Asociación Aspanri-Aspanridown en Mairena del Aljarafe. Allí aprende un oficio al igual que los 70 compañeros con discapacidad intelectual que asisten junto a ella.

«Hoy vamos a rellenar macetas, para luego pasar plantas a un tiesto más grande», explica Virginia, la monitora del grupo donde se encuentra Melodía. Mientras el resto de chicos se disponen a trastear con la tierra, Melodía, con su mono de trabajo verde y una regadera, pasa por las diferentes macetas asegurándose de que no les falta agua. El resto de grupos del centro ocupacional está repartido por los viveros Aspanri, cada uno con una ocupación. Los monitores les indican cómo mantener el jardín de la entrada en perfecto estado; otros se encargan del huerto donde crecen pepinos, zanahorias, calabacines o pimientos; y otros más, por ejemplo, plantan las hojas más grandes para lograr otras nuevas.

«Salir del aula es fundamental, la mayor parte del tiempo están fuera, aprendiendo un oficio directamente con la práctica», explica Antonio Luis Olivares, director del centro. El principal objetivo es lograr la inserción laboral de sus usuarios y que estos accedan a un empleo. Al menos diez personas con discapacidad trabajan en el vivero, donde se comercializa tanto los productos que los chicos del centro ocupacional han creado -más de 15,000 plantas se vendieron el pasado año-, como otra gran gama de productos dedicados a la jardinería y el paisajismo.

Antonio Luis Olivares y Rafael Caballero. Foto: Juan José Úbeda
Antonio Luis Olivares y Rafael Caballero. Foto: Juan José Úbeda

«El objetivo fundamental es que sirvamos como trampolín para la inserción en una empresa ordinaria o en la administración pública», indica Rafael Caballero, presidente de la asociación. Él bien sabe qué supone la discapacidad intelectual para una familia. Su hija nació en 1988 con Síndrome de Down, cuando Aspanri estaba en sus primeros años, y gracias a un trabajo inmediato y constante hoy su hija tiene un ciclo formativo de grado medio y trabajo en un puesto de administrativa en la Diputación de Sevilla.

Mucho más que los viveros de Mairena

La asociación cuenta también con un centro de formación en Sevilla Este donde aprenden oficios muy variados como reponedor, auxiliar de oficina, administrativo, limpieza, conserjería..., así como gestionan un servicio de catering que, al igual que el vivero, compite con el resto de su sector en cuanto a calidad y precio. Gracias a acuerdos con diferentes empresas, los alumnos realizan prácticas que pueden acabar en contratos. Así, el año pasado, cinco usuarios de Aspanri consiguieron un puesto de trabajo.

Diez personas con discapacidad están contratadas en los Viveros Aspanri / Juan José Úbeda
Diez personas con discapacidad están contratadas en los Viveros Aspanri / Juan José Úbeda

La inserción laboral es fundamental para la independencia de estos chicos. «Muchas veces superan incluso las propias expectativas y son capaces de mucho más que lo que parecía en un principio», confiesa Rafael Caballero. Yolanda es una de las empleadas con discapacidad de la asociación. Ella se encarga de la limpieza. «He trabajado en Carrefour, como lavandera, en corte y confección...», enumera. Con 41 años cosecha experiencia detrás. Ahora lleva 3 años en este puesto, donde asegura que se siente cómoda. «Es importante tener un futuro», reflexiona. Yolanda tiene una vida muy normalizada, cuando puede se va de vacaciones con su novio Antonio, como el pasado verano que estuvieron en Mojacar. Y en sus ratos libres no deja quieta la cabeza, le gusta las sopas de letras y el punto de cruz.

Precisamente Aspanri busca potenciar las capacidades, logrando la inserción social y laboral, acompañando a la persona con discapacidad en todo su ciclo vital. Desde la atención temprana y toda la etapa escolar, hasta la formación y la orientación para la vida adulta independiente. Dani, que cuida los calabacines en el huerto dice que disfruta quitando las malas hierbas pero que, aparte de la jardinería y el viverismo, le gustaría también ser camarero. Él está motivado, y trabaja con ilusión y dedicación. Sus sueños pueden hacerse realidad gracias al constante trabajo de asociaciones como Aspanri y a la concienciación de empresas que descubren que Dani, Yolanda o Melodía pueden aportar tanto como cualquier otro.

Dani muestra uno de los calabacines de la huerta / Juan José Úbeda
Dani muestra uno de los calabacines de la huerta / Juan José Úbeda

Entrevista a Rafael Caballero de Tena, presidente de Aspanri

—¿Cuál es el objetivo de los Viveros Aspanri?

—El Centro Especial de Empleo, al igual que el catering que también desarrolla la asociación, pretende ser un trampolín para la inserción en las empresas ordinarias o la empresa pública.

—¿Qué servicios presta la asociación?

—Aspanri presta servicios relacionados con la atención temprana y psicopedagógica, la etapa escolar, la inserción para el empleo y la vida adulta independiente, siempre en red con todas las asociaciones de España del mismo campo. Sin olvidar el apoyo a las familias. Para ello contamos con tres centros en Sevilla, la sede social junto a la estación de Santa Justa, un centro en Sevilla Este, y otro en Mairena del Aljarafe.

—¿Con qué objetivo comenzó la asociación?

—Un grupo de familias tenían la necesidad de escolarizar a sus hijos con Síndrome de Down y otras discapacidades en centros educativos ordinarios. Se funda en el 81 y a medida que los chicos van creciendo se observan necesidades que la asociación va cubriendo. De hecho, es a partir del 95 cuando empiezan los programas de formación y de habilidades sociales.

Sevilla, 25/05/2018 Reportaje en Viveros Aspanri (Mairena del Aljarafe) sobre el trabajo de la Asociación ASPANRI-DOWN para personas con Sindrome de Dawn y su integración laboral. Antonio Luis Olivares y Rafael Caballero. Foto: Juan Jose Ubeda. Archsev.

—¿En qué empleos se forman vuestros usuarios?

—Muy variado. Jardinero, reponedor, administrativo, limpieza, conserjería... Tras la formación, tenemos convenios con una serie de empresas donde realizan las prácticas, con un seguimiento con el preparador laboral de Aspanri. En el 2017, por ejemplo, hubo un total de cinco contrataciones de estos chicos. Además, preparamos las oposiciones para quienes tienen formación en secundaria.

—¿Aspanri también tiene personas con discapacidad contratadas?

—Sí, no podemos quedarnos parados. Tenemos en torno a 20 personas empleadas entre los viveros y el catering, con diversos empleos. En el centro de Santa Justa , por ejemplo, contamos con una persona con discapacidad que se encarga de hacer casi todos los registros en las diversas Consejerías.

—¿Y cómo se trabaja la independencia?

—En primer lugar, con el taller de habilidades sociales se les enseña desde pararse en un semáforo a pedir un café en un bar. Para la formación de vida adulta e independiente vamos más allá. El lunes firmamos un convenio con Emvisesa para la cesión temporal de unos pisos donde les daremos las herramientas para vivir solos: cocinar, planchar, ir a la compra, limpiar... Luego, si tienen capacidad para ello, deciden si irse a vivir con su pareja, con un amigo o volver con sus padres.

—¿Es ese uno de los últimos servicios puestos en marcha?

— Tenemos otro novedoso y sumamente importante: el enriquecimiento cognitivo para las personas que ya van teniendo una edad. Se ha detectado que a partir de los 40 años, sobre todo en las personas con Síndrome de Down, se inicia un proceso de envejecimiento, pero haciendo unas determinadas actividades de estimulación lo puedes ir frenando.

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