Paz y Bien, el abono para cultivar las capacidades de los más necesitados

La presidenta de la Junta, Susana Díaz, visita su Granja San Buenaventura en Alcalá como reconocimiento a su labor

Lo que empezó en una casa medio caída en Olivares en 1979 se ha convertido en una gigantesca obra social, que extiende por Andalucía y por Hispanoamérica su halo de «Paz y Bien». En su nombre estaba su destino y en el aliento de su fundador el sacerdote Rafael Pozo, el motor para llevarla a cabo. Hoy atienden a más de 760 personas, ayudándolas a completar sus capacidades para que puedan tener las mismas oportunidades que cualquiera.

Este lunes la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz ha visitado las instalaciones de Paz y Bien en Alcalá de Guadaíra, la Granja San Buenaventura, uno de los centros de referencia de la asociación. Ha cumplido 30 años y ejemplifica a la perfección el crecimiento de Paz y Bien en este tiempo, puesto que ha sumado progresivamente instalaciones y personas atendidas, proyectos e iniciativas para mejorar la vida de colectivos necesitados.

La visita de la presidenta es un reconocimiento a la trayectoria de la entidad y sirvió para renovar el compromiso de la administración autonómica en la financiación de la obra y de las personas con necesidades especiales. «Queremos que la recuperación económica sea también la de ellos», dijo y mostró el compromiso de la administración autonómica con este colectivo a través de las leyes de dependencia y de autonomía personal, con una especial atención a problemas concretos como la preocupación de los padres con personas con discapacidad por la atención de sus hijos cuando ellos mueran y por la conseguir una segunda oportunidad para menores que han estado en situación de exclusión.

Atención a más de 700 personas

Actualmente Paz y Bien cuenta con 38 centros en Sevilla y Huelva y otro en Guatemala. Pero a ellos les gusta hablar más de personas: más de 700 atendidas. Pero también de su plantilla conformada por 339 profesionales que constituyen el alma del proyecto social.

Con esta enorme red de solidaridad y de cariño, Paz y Bien mejora la calidad de vida de personas con discapacidad intelectual, menores, mayores, grupos de exclusión social y personas beneficiarias de actuaciones de cooperación internacional. Están atendidas en residencias, unidades de estancia diurna, centros ocupacionales, viviendas tuteladas, centros de atención a menores en situación de desamparo y alojamientos para jóvenes tutelados por la Junta de Andalucía.

De esta forma han logrado configurarse como acompañantes para todo el recorrido vital de personas con discapacidad, siempre atentos a las nuevas necesidades que surgen. Primero fue darles dignidad y enseñarles a potenciar sus capacidades; luego lograr que puedan valerse por sí mismos en la vida cotidiana. Para ello entre sus últimos proyectos están los pisos tutelados en los que aprenden a desenvolverse como cualquier persona y una labor posterior de seguimiento y apoyo que se ha demostrado necesario tras finalizar el recorrido formativo de la asociación. Ahora sus esfuerzos inciden en el siguiente paso, lograr un trabajo para sus usuarios. Por ello hacen una llamada a la responsabilidad social de las empresas para que contraten a personas perfectamente válidas para trabajar.

Ellos lo demuestran día a día con el desarrollo de empresas propias en sus centros de empleo. Gestionan un hotel en la Sierra de Huelva, un servicio de azafatas y azafatos, un centro de fisioterapia y rehabilitación, una imprenta y un servicio de trabajos de construcciones accesibles nuevas o de reforma que cuenta con trabajadores de los talleres de empleo de carpintería, pintura, herrería, albañilería y mantenimiento.

En Guatemala además cuentan con un centro, un «oasis» en palabras de Rafael Pozo, donde ya llevan atendidos a 108.947 usuarios, a los que dan atención médica y ginecológica y donde se hacen cargo de mujeres, niñas más bien, que han sido víctimas de violación.

Uno de sus proyectos más amplios es el de Alcalá de Guadaíra donde han comenzado con la celebración de los 30 años de su llegada. La granja de San Buenaventura partió de una idea que la presidenta de Paz y Bien, Josefa Romero, vio en el extranjero. Allí había museos atendidos por personas con discapacidad. Como aquí lo que tenían era naturaleza, crearon un museo de la naturaleza por el que cada año pasan cientos de niños que aprenden como se siembran las verduras o como se cuidan los animales, todo ello de la mano de personas con discapacidad que son también las que se encargan de los cultivos y de las labores propias de la granja. Todo ello fue creciendo y actualmente tienen 118 plazas concertadas y cuentan con 66 profesionales para su cuidado. Hay dos unidades de estancia diurna, una de ellas con terapia ocupacional y plazas de atención residencial. Hay invernaderos, talleres, un centro de menores y una carpintería, todo ello en un entorno natural privilegiado en los pinares de Oromana. Alcalá en una de las localidades con más presencia de Paz y Bien, ya que además aquí se ubica una residencia para personas gravemente afectadas, otra para psicodeficientes y una residencia para mayores.

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