Caminos de reinserción: hay vida después de la cárcel

Varias entidades trabajan con reclusos en la fase final de su condena para que, al recuperar la libertad, recobren también autoestima y expectativas laborales. Los «intinerarios personalizados» están siendo todo un éxito

Casi tanto como la pérdida de libertad o el peso del remordimiento, la culpa o la vergüenza en algunos casos, para las personas que están presas supone también una enorme losa la falta de esperanza, de expectativa para el momento en que concluya su condena. Este hecho no sólo crea una tremenda angustia en quienes están en prisión sino que incide también en comportamientos reincidentes en un importante porcentaje de casos. El índice de reincidencia sigue siendo superior al 30% de los que salen de los centros penitenciarios. La reinserción social es, al menos en teoría, la piedra angular del proceso penitenciario. Pero ésta falla estrepitosamente una y otra vez por la falta de un programa de acompañamiento del presidiario en su última fase de pena.

En ese ámbito, el de la transición de una situación sin libertad al regreso efectivo a la calle, se ha empezado a trabajar en los últimos años desde varias instituciones ya de una forma bastante más intensa y un enfoque personalizado que permitan una inserción real y eviten recaídas en situaciones problemáticas, delictivas o vinculadas con el consumo de drogas. En una sociedad y un ámbito laboral tan exigente y competitivo, para gozar de una auténtica oportunidad al dejar la cárcel es crucial recibir el apoyo de estas entidades y programas.

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