Pepa Romero. Presidenta de Paz y Bien

«Si no le pones techo a las personas, te sorprenderán»

Paz y Bien da cobertura residencial, de día y laboral a personas con discapacidad intelectual, menores del sistema de protección y a población de Guatemala

La asociación Paz y Bien lleva 38 años dando pasos gigantes hacia la inclusión, confiando en las capacidades de cada persona. Actualmente atiende a más de 700 usuarios en Sevilla y Huelva, entre los que se encuentran personas con discapacidad intelectual y menores en situación de desamparo. Asimismo, más de 100.000 personas se benefician de su línea de cooperación internacional en Guatemala. Pepa Romero, presidenta de la entidad, está contagiada por la filosofía de Paz y Bien desde sus inicios.
—¿Cómo surgió Paz y Bien?
—Un grupo de gente joven con inquietudes nos acercamos a Rafael Pozo, que había llegado de Guatemala con un espíritu social que por aquella época se desmarcaba. Todo comenzó cuando unas madres le pidieron ayuda para sus hijos con discapacidad.
—¿Cómo fueron los primeros años?
—Comenzamos en una casa que nos cedieron en Olivares y luego seguimos en un sótano de 120 m2 en Sevilla. Todo era nuevo para nosotros pero tuvimos siempre la convicción de centrarnos en la persona, saber que tiene capacidad para evolucionar y que hay que poner en valor todo lo que hace.
—¿Con qué logros te quedas de estos años?
— Nos hemos apuntado a situaciones muy difíciles, como cuando colaboramos con la reforma psiquiátrica atendiendo a 16 chicos procedentes del hospital psiquiátrico Miraflores. Venían con un conductas complicadas, sin comunicación verbal o incluso algunos apenas podían andar. Otro reto fue en el 90, cuando cambia el código penal donde una persona con discapacidad antes de entrar a una institución se le debe dar un recurso especializado. Fueron años acudiendo a la cárcel y algunos de los chicos pasaron por nuestras residencias.

SEVILLA. 05-09-2017. ENTREVISTA A PEPA ROMERO, PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN PAZ Y BIEN. FOTO: LAURA ÁLVAREZ. ARCHSEV.

—¿Cuál es la clave del éxito?
—El crecimiento de Paz y Bien ha estado basado en no ponerle techos a las personas. Hay que descubrir capacidades porque la gente te sorprende día a día. La persona va cambiando de uno de nuestros programas a otros según sus posibilidades. El objetivo es que logren una inclusión social plena, y los que tengan que mantenerse en uno de nuestro servicios que disfruten de la máxima calidad de vida.
—¿Hay usuarios que se independizan y logran la inclusión social?
—Sí. Aún así tenemos un programa de apoyo a la vida independiente para seguir en contacto, ya que siguen necesitando un referente, sobre todo afectivo, porque la mayoría proceden de recursos de menores.
—¿Por qué comenzó la entidad a atender también a menores?
—Tuvimos una visita de la delegación territorial de Sevilla a una de nuestras casas para trabajar la vida autónoma. Y, al ver cómo trabajábamos, nos pidió directamente que ayudáramos también a menores. El 18 de diciembre de 1998 entraron los tres primeros a Paz y Bien.
—¿Y qué realiza Paz y Bien en Guatemala?
—El trabajo en Guatemala ha ido creciendo de una manera impresionante también. Tenemos un centro de atención a niños con problemas de desnutrición y discapacidad, un programa de becas escolares y consultorios médicos que abarcan ya todas las especialidades. Es un mundo que no tiene nada que ver con esto.
—¿Cómo es el equipo de profesionales?
—Aquí no hay nada unilateral, somos un equipo que ha salido de la base. Quienes dirigen los centros han pasado antes por ser cuidador en ese servicio.
—¿Cómo os financiáis?
—Tenemos las plazas concertadas con la Junta de Andalucía, y completamos el presupuesto gracias a empresas privadas.

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