«Etiopía me ha cambiado la vida»
La vida del fotógrafo sevillano Gonzalo Guajardo dio un vuelco tras realizar un voluntariado hace 6 años en un orfanato etíope para huérfanos con sida. Los niños que allí vivían le robaron el corazón. La sensación de desamparo de estos chicos, que tras toda una vida alejados del mundo, salen a los 18 años de allí sin una preparación laboral, le hizo volver a África para ayudar. Son tres ya los años que Gonzalo vive allí, dándolo todo por ellos, y financiando becas de estudio para estos jóvenes a través de la asociación Vihve, que creó junto a otra voluntaria madrileña.
¿Cómo es el orfanato de Adís Abeba al que ayuda la Asociación Vihve?
Es un orfanato de una congregación que se llama Hermanas de la Caridad, más conocida como Teresa de Calcuta, para niños con sida. A esos niños o se la han muerto los familiares o les han abandonado. Hace algún tiempo los chavales morían porque no existían los medicamentos. Hoy en día no es que exista la vacuna contra el sida pero existe el antirretroviral, y así los niños tienen una estabilidad. Si antes fallecían ahora por lo menos siguen viviendo y reciben una educación.
¿Qué necesidades inmediatas necesitan esos jóvenes? ¿Cómo les ayudáis?
En un principio eran las necesidades básicas, casa y comida, y ahora hemos pasado a un segundo nivel porque ya el orfanato tiene las infraestructuras y estamos focalizándonos en la educación. ¿Estos niños a los 18 años qué van a hacer? Habrá que educarlos. Así hemos pasado de una educación informal a una educación formal que les prepare.
¿Cómo les educa Vihve?
El objetivo es formarlos profesionalmente. Eso no lo hace Vihve directamente, nosotros colaboramos económicamente. Hemos encontrado un socio local que es quien lo lleva a cabo. Ellos son los que visitan a los chicos en las casas, ven que se están tomando las medicinas y que están yendo a clases. Nosotros como Vihve junto con otra ONG de Cataluña financiamos el programa y hacemos que todos los chicos que salen del orfanato tengan la oportunidad de estudiar lo que ellos quieran y les cubrimos los gastos hasta que terminen los estudios y puedan trabajar.
¿A cuántos jóvenes llega la asociación?
Ahora mismo estamos becando a 80 chicos.
¿A nivel personal cuál es tu labor allí?
Yo llevo 3 años en el orfanato viviendo. Y mi labor aquí ha sido principalmente educativa. He trabajado como profesor por las mañanas en el colegio y por las tardes como tutor con los huérfanos. Ahora, por necesidades conómicas, me he visto obligado a compaginar mi actividad profesional por las mañanas con mi labor de voluntario por las tardes.
¿En qué momento conociste este lugar del que estamos hablando?
Lo conocí en 2008. Fue mi primer viaje a Etiopía. Estuve de turismo por el país y también estuve en el orfanato como voluntario durante 20 días. Luego repetí en 2009 durante un mes, y ya me preguntaron si podía estar allí una temporada más larga, porque iban a abrir un colegio y necesitaban personal. Así que me fui a dar clases de inglés y de informática, también extraescolar de música.
¿Qué es lo que más te impactó al principio?
El país era bonito, pero a mí lo que me impactó fue la experiencia con los niños. Nunca había trabajado con huérfanos y ellos me conquistaron desde el primer minuto.
¿Cómo decidiste volver?
Necesitaba mantener el vínculo con estos niños, que por desgracia muchas veces se rompe porque los voluntarios tenemos nuestras vidas, nuestra familia y no volvemos todo lo que nos gustaría. Así que pensé, «no tengo ningún compromiso en España, no estoy trabajando, así que no me importa dedicar más tiempo a estos niños». Y aquí me he quedado.
Eres fotógrafo, ¿tienes alguna imagen concreta grabada en tu mente?
Curiosamente fotografías que no he hecho yo. A veces les dejo la cámara a ellos y me gustan las imágenes que se hacen posando, como si fueran estrellas de cine o modelos. Sueñan con otros mundos. En cuanto a las mías, me quedo con las de alguna excursión o alguna fiesta, que son actividades que se salen de lo común. Las tengo por supuesto en mi habitación o en mi portátil, y son las que miro con más anhelo cuando me vuelvo a España.
¿Ha cambiado tu forma de pensar antes de viajar a países como Etiopía?
Yo ya había tenido una experiencia en República Dominicana. También quise quedarme pero estaba acabando la carrera y no pude. Esa realidad me gustó mucho vivirla. Etiopía me ha cambiado mucho la forma de pensar. Ves que hay niños sin padres, con una enfermedad, en un país pobre como Etiopía, y en cambio estuve en Reyes en España y era una locura con los regalos. Son diferencias tan abismales que no puedes dejar de pensar el por qué. Qué es lo que estamos haciendo mal. Es una gran pregunta a la que no he encontrado respuesta todavía.
¿Qué dirías a quien quiere ayudar y realizar un voluntariado en un país subdesarrollado?
Es un puente para que te cambie la vida. Si vienes un mes o dos meses, que suelen ser las experiencias de voluntariado, no es mucho y a veces la ayuda que se da no es tanta, pero a mi ese primer mes me sirvió como puente para volver y me cambió la vida. El voluntariado te hace feliz. Es lo más gratificante. Suena contradictorio, voy a ayudar y resulta que soy yo el que más se lleva. Así que les diría que para delante, sin miedo, pero siempre en una actitud de respeto al otro y a su cultura.
¿Qué es lo que necesita ahora Vivhe?
Voluntarios no estamos llevando. Lo que necesitamos es ayuda económica para cubrir los gastos de las becas. Tenemos un evento benéfico una vez al año, en Madrid y en Sevilla. Pero cada vez tenemos más niños y en España con la crisis la gente no puede ayudar tanto. Así, hemos abierto la vía para quien quiera ayudar lo pueda hacer de manera puntual. Todo nuestro dinero va directo al proyecto, no pagamos dietas, viajes ni alojamientos de ninguno de los que viajan a Etiopía, eso corre a cargo de cada uno de manera que así nos aseguramos que los gastos de administración sean mínimos y de que todo llegue al destino para el que fue pedido.